viernes, junio 30, 2006

Estado, Ego, Ecclesia

En el libro de Herman Heller "Teoría del Estado" (que mis alumnos deben sufrir cada cuatrimestre), el autor sostiene que la autonomía del Estado depende, entre otras cosas de separar sus funciones de las funciones que cumple en la sociedad la Iglesia. El principal problema según Heller, es que la Iglesia se encarga de establecer un modo de vida desde el punto de vista espiritual y por ende moral, mientras que en criterio del autor, el Estado por su naturaleza jurídica y política tiene necesariamente que ser un ente amoral. Me explico un poco más: El Estado debe establecer su función social inmtentando conciliar los intereses de todos sus habitantes sin darle preponderancia a ninguna mayoría o minoría específica.

Los estudiosos de la Teoría del Estado sostienen que el Estado moderno se consolidó históricamente hasta que se produjo la separación definitiva de la Iglesia del Estado (algo que los políticos le deben al lujurioso Enrique VIII); pero lo cierto es que durante los últimos quinientos años, la Iglesia, y en general la religión siguen jugando un papel bastante importante en la política de los países.

Tenemos por ejemplo los Estados Unidos, que en este momento es gobernado por un caballero que además de ser apoyado por los más importantes sectores económicos de su país, ganó las elecciones gracias al decidido apoyo de los principales pastores protestantes de las iglesias de mayor arrastre en los estados del centro (el denominado Cinturón de la Biblia). Otro ejemplo, hasta hace unos años, en Italia no se adoptaba una ley civil si el Papa no le había dado su beneplácito. Ni hablar de los países musulmanes que parecen regirse todavía como verdaderas Teocracias.

Sin embargo, Europa en general (tal vez con la excepción de Italia) y Latinoamérica han venido manteniendo una separación amistosa de la principal Iglesia de sus países (la Católica), dejando el papel de la Iglesia a una especie de mediadora en determinados conflictos sociales. Aquellos que han entrado en conflictos con la Iglesia (Chaves en Venezuela, Rodíguez Zapatero en España), por lo general buscan en corto tiempo una fórmula de compromiso diplomático que les permita mantener esa pax diplomática con los obispos y cardenales que habitan su territorio. También debe mencionarse que existieron casos terribles de hermandad casi criminal entre Iglesia y Estado (al menos en las dictaduras latinoamericanas), que todavía hoy provocan roncha en las sociedades, por lo que los hoy Estados democráticos tienden a marcar su distancia con la Iglesia Católica para no entrar en conflictos con sus naciones (para alegría de Heller).

Como siempre nuestro país ostenta una posición bastante sui generis con respecto a la Iglesia Católica. Por años la Iglesia fue aliada del gobierno, incluso en los períodos liberales para luego sacar el conejo del sombrero en los cuarenta con el apoyo a la reforma social (basada tanto en la Doctrina Social de la Iglesia como en el Ideario comunista), ignorar olímpicamente el moviento de la teología de la liberación y por último servir como mediadora permanente en cada conflicto sindical. Todo esto en un país que cuenta en su constitución con una religión oficial del Estado.

En resumen, nuestra Iglesia Católica, al menos en nuestro país, es uno de los factores políticos con los que el gobierno debe lidiar. Y en las últimas administraciones ha tenido una pésima relación, principalmente por la falta de definición de los gobernantes. Los medios de comunicación (que tanto han atacado a la Iglesia por sus múltiples faltas) le siguen dando un gran peso político a sus manifetaciones. Tomen un ejemplo: El columnista Julio Rodríguez ha comentado de forma negatriva todos y cada uno de los informes negativos sobre el TLC que han sido publicados (hoy le dedica su columna a las Universidades); pero frente a la posición de Iglesia ha guardado un respetuoso silencio. Otro ejemplo: El único mediador que Albino y sus camaradas acepta a ciegas en cualquier conflicto es el Arzobispo de San José o el Obispo de cada diócesis. Les guste o no a los no católicos, la Iglesia es un factor importante a considerar en cada ecuación política de nuestro país.

De ahí que no entienda (como no lo entendió nadie) la cabezonada de Oscar Arias de entrar desde el 8 de mayo en conflicto con la Curia. Nadie, señores, nadie en el mundo, puede enfrentarse con una institución de dos mil años de experiencia en política (quinientos de los cuales los pasó dominando el mundo), y pensar que va a noquear en el primer round. Menos con la actitud del señor Presidente de ir a aconsejar al Papa sobre educación sexual (por cierto esa tuvo que ser una entrevista magistral, no todos los días el ego de Oscar se topa a alguien con tres o cuatro veces más doctorados que él).

El resultado está a la vista y lo analiza bastante bien, aunque desde su muy liberal perspectiva el Dr. Jorge Guardia en su artículo del pasado martes en La Nación.

Al parecer, no sólo la selección se llevó una apaleada frente a los alemanes en su viaje por Europa.

(fotografía del períodico La Nación)

1 comentario:

Solentiname dijo...

Solo el palomo en su arrogancia o algún asesor muy burro podía pensar que el papa más conservador hasta la fecha le iba ahacer gracia o caso al presidentico de aquí sobre la posición de la iglesia en torno a la anticoncepción...

Y sí, solo con los borgia en el curriculum era tigre suelto contra paloma amarradita