miércoles, julio 25, 2007

Desempolvando la Biblioteca 12: Visitando a don Alberto


En el mes de diciembre les indicaba que me pensaba regalar la biografía de Alberto Cañas “Ochenta años no es nada”. Lo cierto es que no pude adquirirlo hasta hace muy poco y acabo de finalizar su lectura. Al igual que me pasó con las memorias de Joaquín Gutiérrez (aunque sólo pude tener Los Azules Días por cuanto la Parca decidió llevarse a don Joaquín antes de tiempo), esperaba la biografía de este dramaturgo, periodista y abogado con ansias para repasar mejor la historia de Costa Rica desde un punto de vista subjetivo, el cual estaba seguro que compartiría.

Como siempre lo ha hecho, don Alberto no se guarda nada al momento de calificar los hechos históricos que analiza. No duda incluso de señalar los grandes defectos del que fuera su partido político, los terribles defecto de su querida Universidad de Costa Rica y la aniquilación absurda del ideal creado por él y Fernando Volio cuando inventaron el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes.

Este libro me bajó del pedestal al último político por el cual sentí franca admiración. Por años, mi generación de liberacionistas (los que hoy tenemos cuarenta años), tuvimos como norte la reivindicación de Daniel Oduber como el gran estadista que consideramos que fue. Recuerdo vívidamente cuando al ocurrir su muerte la Juventud Liberacionista se encargó de todos los aspectos de su vela y funeral, por cuanto nuestro miserable partido no era capaz de brindarle a don Daniel los honores de expresidente que hacía menos de un año se le habían dado a don Pepe. Incluso nos dimos el taco de echar a La Nación de la vela en el Balcón Verde.

Pero las memorias de don Alberto nos presentan al Daniel que no conocimos y del que sólo vivimos de su imagen. El Daniel ambicioso a pesar de todo y de todos, el político absoluto que no le pesó el puño para no incluir en su gobierno a uno solo de los miembros del Centro para el estudio de los Problemas Nacionales, génesis de su Partido y de nuestra última revolución. El Daniel que hizo todo para ser presidente y a precio de lo que fuera.

Las memorias de don Alberto me llaman la atención por cuanto me presentan a un ciudadano de ochenta y tantos años que irradia optimismo. A pesar de que el país ha seguido un rumbo que detesta cordialmente, a pesar de que tuvo que salir de su partido (o más bien el partido se salió de él), a pesar de los pesares, todo el libro de don Alberto irradia optimismo, ese que sólo da el saber que se ha vivido una vida plena y sin arrepentimientos. Y creo que esto se basa en el hecho de que el pilar fundamental de su vida no ha sido su trabajo, su escritura o su docencia, su piedra de apoyo ha sido y será siempre su familia. Estamos en presencia, en pleno siglo XXI de un hombre orgulloso de su familia, de la que tuvo como antecedente y de la que formó. Su entusiasmo por la familia es lo que llena de alegría este gran libro.

Sólo una queja, y es una queja absolutamente personal: En algún punto del libro don Alberto rememora las épocas en que “Chisporroteos” era una columna humorística semanal (contrario a su formato actual). Recuerda don Alberto a un colaborador de la columna que escribía bajo el sinónimo 2432 y lo identifica como Álvaro Castro Jenkins. Aquí la memoria le jugó una mala pasada a don Beto, mi tío Álvaro fue presidente del Banco Central y probablemente su carácter de figura pública provocó la confusión: el 2432 era en realidad mi abuelo Arnoldo Castro Jenkins (el seudónimo era en realidad su apartado postal, el cual mi familia conserva a la fecha) y al cual don Alberto le rindió homenaje en su columna cuando murió en 1990 haciendo referencia precisamente a sus colaboraciones en “Chisporroteos”. Salvo esta mínima reclamación, recomiendo profundamente este libro.

martes, julio 17, 2007

¿Polarizados?

Leía el viernes en La Nación, un artículo de Yalena de la Cruz en el cual venía una frase que me preocupó: que en los matrimonios y fiestas similares se ha hecho norma indicarle a los invitados que no hablen del TLC, por cuanto el tema está causando problemas sociales serios. Hasta que leí aquello me di cuenta de que estamos en un nivel de polarización social que no vivíamos en nuestro país creo que desde mediados del siglo pasado.

Recuerdo una anécdota de una fiesta familiar (ocurrida a mediados de los sesenta creo), en la cual a alguien se le ocurrió pedir al conjunto musical que tocara el corrido a Pepe Figueres, aquello provocó que alguien gritara “¡Viva el Dr. Calderón Guardia!... y como decimos en Plaza Viquez: Se armó (y no el baile precisamente). Me pregunto si la afirmación de la Dra. Cruz está reflejando realmente nuestra realidad social.

Porque señores, si hay algo que estoy convencido del proceso electoral al que nos enfrentamos, es que gane el sí o gane el no, los políticos se van a seguir sentando en la misma mesa. Igual veremos diputados Libertarios cantándole cumpleaños feliz a Merino si la ocasión en propicia y doña Mayi Antillón será alabada por Salóm y compañía de vez en cuando por algún proyecto de ley. Para los políticos señores, el resultado del TLC sólo significa cómo va a quedar la distribución del poder político para lo que quede la administración Arias. Y el 8 de mayo del 2010 una nueva Asamblea Legislativa le tomará juramento a nuevo Poder Ejecutivo, y ambos poderes estarán integrados por los mismos poderes políticos y económicos que integran hoy las estructuras de poder de nuestro país.

No puedo ser tan ingenuo como para creer que el rechazo al TLC en las urnas va a provocar que la administración Arias abandone su estilo económico y tampoco creo al día de hoy que los siete jinetes del Apocalipsis capitalista caerán sobre nuestro país el 8 de octubre si triunfa el Sí. Pero crear una división social que ponga a hermano contra hermano es un pecado mortal, sea usted creyente o no.

Los políticos, los sindicalistas, los empresarios a favor y en contra del TLC, el 8 de octubre estarán muy tranquilos contando sus cuotas de poder los unos, sus privilegios los otros, y sus millones los últimos. Ustedes y yo, amigos lectores, estaremos trabajando junto con nuestra familia y nuestros familiares y amigos seguirán siendo nuestros familiares y amigos.

La decisión del TLC es una de las decisiones más trascendentales que hemos afrontado como nación. Pero si no sabemos llevar esta discusión con respeto por la idea ajena (que para mí es el principio base de la democracia), no vale la pena que tengamos un referendo. Si no tenemos libertad de pensamiento, de expresión y no podemos respetar esa libertad a nuestro prójimo, entonces señores, mejor cojamos para el monte y definamos esto a la antigua, con palos y piedras, porque estamos dejando la razón botada.

Si estamos al punto de que los costarricenses no podemos hablar de política (una de nuestras tres pasiones), estamos echando a perder la democracia. El referendo señores, aunque los fanáticos de ambos bandos no lo crean, es un proceso democrático, y como tal debe unir al país. Esto no es la ULTRA del Sí contra la DOCE del No. La discusión está a ese nivel, al nivel de la grada de Sol y cualquiera que haya ido al estadio sabe que no importa el resultado, al final del partido ambas barras se dan de pedradas por su imbécil fanatismo.

El ocho de octubre me levantaré, abrazaré a mi familia, iré a trabajar y seguiré siendo el mismo, haya votado Si o No. Si alguien no lo comprende así, discúlpeme, pero usted no es ciudadano, porque para ser ciudadano hay que usar la razón.

Por favor no dejemos que “se arme”,

lunes, julio 09, 2007

Una consulta, una respuesta y una reacción (Roma Locuta)

La consulta.

En la Ley de Jurisdicción Constitucional existen dos instrumentos de control de constitucionalidad: La Consulta perceptiva de constitucionalidad y la acción de inconstitucionalidad. La primera se realiza de previo a la aprobación de una ley, un Tratado o una reforma a la Constitución. La segunda se realiza cuando ya la ley está en vigencia y debe determinarse si violenta o no el orden constitucional. La primera la ejerce el Poder Legislativo, la segunda la ejercen los ciudadanos cuando están legitimados y por disposición expresa de la Ley la pueden ejercer la Procuraduría, la Contraloría y la Defensoría.

En este país de ornitorrincos jurídicos, la Defensoría de los Habitantes hico una consulta perceptiva de constitucionalidad a un proyecto de Ley que se encuentra en trámite especial de aprobación mediante referendo. La Consulta del CAFTA desde el punto de vista del Derecho Constitucional resultaba más interesante en cuanto a la legitimidad de la Defensoría para realizar dicha consulta que el resultado mismo. La consulta perceptiva es básicamente una facultad legislativa, pero que requiere necesariamente que el proyecto haya pasado el primer debate. La ocasión sui generis que ha presentado la primea aplicación del referendo ha dejado visible una laguna legal la cual la Sala ha llenado con criterio dividido: Si no hay trámite legislativo, cualquiera de los legitimados para la acción de inconstitucionalidad puede hacer la consulta perceptiva y además, los diputados no pueden hacerla por cuanto el proyecto ya salió de la Asamblea (casi nadie ha comentado el hecho de que la consulta realizada por los diputados fue rechazada ad portas).

La respuesta

Sólo había dos posibilidades, o el CAFTA era constitucional o no lo era. Punto. Y por lo visto cinco o seis mil abogados estaban de acuerdo con las inconstitucionalidades señaladas por el grupo de profesores de la U.C.R y otro tanto igual de colegas estaban dispuestos a demostrar constitución en mano, que el CAFTA es tan constitucional como la abolición de la pena de muerte. Este abogado considera que a la fecha de hoy ninguna de las dos posiciones me ha convencido en su totalidad, con lo que quiero decir que considero que hay partes del TLC que pueden rozar la constitución, especialmente en cuanto a la definición territorial adoptada por el tratado y la pérdida de jurisdicción por parte de nuestros Tribunales en resolución de conflictos. Aún así, estoy abierto a interpretaciones, sin embargo, la Sala ya ha dado su respuesta, la pregunta es ¿será la definitiva?. Por el momento, desde el punto de vista jurídico Roma ha hablado, al resto nos toca obedecer el fallo (por el momento).

La reacción

Absurda, ridícula, nefasta, hasta imbécil se puede calificar la reacción de los sindicatos en contra del fallo. Sabiendo que los medios de comunicación en general (salvo Universidad) apoyan en mayor o menor medida el TLC, reaccionar con un llamamiento casi revolucionario en contra del fallo, acusando de corruptos a los magistrados y ligando al Poder Ejecutivo con una conspiración de poder que le permite manejar la Sala a su antojo, los sindicatos lo único que han hecho es quitarse de encima los dos miligramos de credibilidad que les quedaban. ¿Por qué NI UNO SOLO de los dirigentes sindicales salió de inmediato, a denunciar al Ministerio Público por prevaricato (emitir un fallo contrario a la Ley) a ninguno de los Magistrados?. ¿No son estos los mismos magistrados que anularon el procedimiento de la vía rápida para el TLC cuando la Asamblea se saltó los procedimientos con garrocha? ¿No son los mismos magistrados que en su momento declararon inconstitucional el combo del ICE? La reacción ha sido tan absurda y tan desproporcionada que el bloque del No se ha partido en pedazos, con Otón y Trejos (el Rector del TEC) separándose de una vez de la posición absurda de los sindicatos. Cuando el Sí gane el próximo 7 de octubre, recuerden los seguidores del No agradecer cordialmente a los sindicatos por aniquilar las posibilidades reales de victoria que tenían hasta hace dos semanas.

El Sí ha obtenido su victoria más importante hasta la fecha, se ha caído el argumento de que el TLC es inconstitucional (¿o no?) por lo que esperen que en el resto de la campaña va a remachar este hecho uno y otra vez.

Alguna otra conclusión.

Por último, los lectores que no sean abogados tal vez no sepan que la consulta preceptiva y la acción de inconstitucionalidad no son excluyentes entre sí. Es decir, una ley que haya sido sometida a la consulta preceptiva eventualmente puede ser declarada inconstitucional cuando se ve su aplicación en un caso específico mediante la acción de inconstitucionalidad. Aunque no recuerdo ningún caso específico si recuerdo uno a la inversa: Una norma declarada inconstitucional mediante una acción de inconstitucionalidad, fue nuevamente incorporada a la Ley mediante una consulta perceptiva, donde la Sala declaró que no encontraba roces con la Constitución: Me refiero al caso de la multa por no usar cinturón de seguridad que apareció en la reforma a la Ley de Tránsito en 1993, fue declarada inconstitucional, se incorporó a la reforma de la Ley de Tránsito del 2004 y la Sala en la consulta perceptiva varió su criterio.

Si mis conocimientos de Derecho Constitucional no andan muy mal, la acción de inconstitucionalidad tiene una mayor fortaleza jurídica por cuanto su fallo anula y deroga la norma cuestionada, mientras que en teoría, la consulta perceptiva, como fue creada para la Asamblea Legislativa, permite incluso que la Asamblea pase por encima del criterio de la Sala, por cuanto no se considera definitivo (aclaro, ninguna Asamblea se le ha ocurrido ignorar el criterio de la Sala, por lo general el proyecto se modifica para adaptarlo a las observaciones que esta realiza). Sin embargo tomen en cuenta los lectores que aún en el caso de que una Ley obtenga el visto bueno de la Sala Constitucional en la consulta perceptiva siempre queda a la espera de ser aprobada por el Parlamento, es decir, la norma puede que nunca conozca su nacimiento jurídico por que la Asamblea puede no aprobarla o incluso el Ejecutivo puede vetarla.

Estas son las razones por la cual la Acción de Inconstitucionalidad provoca mayor certeza jurídica, por cuanto pone a la Sala a analizar una ley vigente frente a situaciones específicas que la ley ha provocado. Y para aquellos que no me han entendido hasta este punto lo que estoy diciendo es que el fallo de la Sala no es definitivo, que primero se requiere que el referendo apruebe el TLC, y que aún así, pueden ejercerse con posterioridad acciones de inconstitucionalidad en su contra que eventualmente pueden o no ser aceptadas por la Sala.

En lo que a mi humilde criterio respecta, la batalla de la constitucionalidad del TLC apenas ha empezado.