En marzo de 1986, este cristiano junto con cien o más congéneres iniciamos nuestros estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica. La Lección Inaugural (acto protocolario de bienvenida del curso en el cual un catedrático daba una conferencia), la impartió en ese momento la Licenciada Elizabeth Odio Benito. El tema no era nada halagador: Su conferencia se llamaba “Demasiados Abogados” y señalaba la crisis profesional que sufría nuestro gremio por la gran cantidad de profesionales sin trabajo que en ese momento existían (hace veinte años) y cómo las universidades seguían matriculando gente para la carrera de Derecho. Si mal no recuerdo en ese año, el número de abogados activos era cercano a los cuatro mil, que para una población económicamente activa de un millón de personas era una cantidad astronómicamente alta. Hoy entiendo que andamos cerca de los quince mil abogados, con una población económicamente activa de entre un millón y medio y dos millones de personas. (Hagan matemáticas, son ciento cuarenta y dos personas por abogado). El meollo de la cuestión era la imposibilidad legal y constitucional del Estado de frenar a las instituciones privadas en su insistencia de abrir la carrera de Derecho (recuerdo que en un fenecido programa de T.V. dirigido por Jorge Valverde (Q.E.P.D.) Federico Malavassi dijo que le parecía muy bien que hubieran abogados que se dedicaran al comercio o taxistas con título profesional, porque eso beneficiaba el nivel cultural del país). Así, el día de hoy se encuentran abiertas 18 carreras de Derecho en Costa Rica.
En aquella dorada época de los ochenta en la U.C.R. nos considerábamos el referente obligado de la calidad académica y clamábamos por más control a las Universidades Privadas. Tuve que comenzar a ser profesor en una U Privada (la ULACIT), para darme cuenta que estas instituciones son las empresas con más intervención del Estado, y que, oh sorpresa, a las Universidades Públicas nadie las controla. El CONESUP sirve para entorpecer agradablemente cualquier innovación de la educación privada, pero literalmente, las Universidades Públicas pueden abrir la carrera de decoración de queques que nadie las va a controlar.
Además mi querida Facultad no fue capaz de acreditarse ante el SINAES (Sistema Nacional de Acreditación en Educación Superior), por cuanto en la fase preliminar se detectaron tal cantidad de problemas que la propia U.C.R. decidió sacar a la histórica Facultad de Derecho, la más antigua del país, más antigua que la propia Universidad, del proceso de acreditación porque era obvio que no lo iba a aprobar. Orgullosamente tengo que decir que soy profesor en la primera Escuela de Derecho que se acreditó, la de la ULACIT, una entidad privada.
Desde que era estudiante comprendí que la solución a los problemas profesionales del país nunca iba a estar en cercenar los derechos de la educación privada. Esta, eventualmente, y como resultado de las leyes del mercado, necesariamente irá dejando por fuera a las malas instituciones y dejará funcionando sólo aquellas que garanticen calidad. El proceso eso sí será largo.
En mi época de estudiante y dirigente estudiantil tenía muy claro cuáles eran dos las soluciones inmediatas al problema: Primero: El examen de incorporación en todos los colegios profesionales. Requería de implementar una ley, pero ponía a todos los estudiantes universitarios del país en igualdad de condiciones: si eres bueno entras, si fracasas puedes volver a intentarlo, pero no vamos a dejarte ejercer una profesión hasta que demuestres que puedes hacerlo. El proyecto existía, o existe, pero se topó con la oposición de muchos. Especialmente de los estudiantes de la Universidades Públicas que consideraban que sus derechos se veían violentados (lo cual por cierto hizo que este dirigente estudiantil no fuera muy popular). A mí me parecía (y me parece aún) absurdo que los propios estudiantes de las supuestas mejores facultades se negaran a rendir un examen de incorporación. Es más siempre consideré que los Colegios Profesionales debieron de ser más agresivos y proteger más el prestigio del gremio, pero bueno, todo quedó en nada.
Segundo: Limitar el cupo de las Universidades Públicas, para que sólo los mejores estudiantes ingresen a ellas (otra medida impopular, ahora entenderán porque nunca fui presidente de la FEUCR). ¿No les parece absurdo, que existiendo quince mil abogados activos, y habiendo 17 universidades dando la misma carrera, la UCR tenga un cupo de casi 200 estudiantes nuevos para la carrera de Derecho cada año? ¿Por qué demonios no han limitado el ingreso para que sólo los mejores entren? La respuesta es casi siniestra: Porque eso significaría despedir a 4/5 partes del personal docente que de por sí labora de forma interina (los profesores titulares de la Facultad de Derecho rara vez pueden dar clases, son Jueces, Magistrados, Diputados, Ministros, Embajadores etc, que dejan congelada su plaza para poder seguir llamándose catedráticos, pero no dan una clase ni aunque usted los amenace de muerte, de ahí que la Facultad de Derecho de la UCR está plagada de interinos, y durante mucho tiempo la única característica que se necesitaba para ser profesor interino era ser amigo del decano o decana). Además, implicaría que la UCR tendría que reducir su presupuesto (y hay pocas cosas más intocables que el presupuesto de la UCR).
Este es el caso que yo conozco, el de la Facultad de Derecho, pero ¿cuántas personas están estudiando en este momento administración de empresas, contabilidad, odontología o medicina? A los colegios profesionales poco les ha importado esta inflación por cuanto significa más miembros pagando mensualidades, a las universidades privadas no se les puede limitar porque tienen derecho a hacer su negocio y las universidades públicas se niegan a ver que ellas también son parte del problema.
¿Y el Gobierno? Muy bien gracias. De por sí, lo que le interesa a los gobernantes es que vengan más call centers para que trabajen en ellos profesionales que gastaron la mejor parte de su vida estudiando una carrera que nadie les dijo que nunca iban a poder ejercer.
5 comentarios:
Una ovación de pie por tu aguda crítica a la intocable UCR... Y sí, eso está sucediendo en demasiadas carreras. Te lo dice una posible futura psicóloga desempleada... Bueno, la esperanza es lo último que se pierdo, siempre existe la opción de poner una tienda de ropa interior.
a propósito del tema escribí recientemente un poste sobre la mentalidad emprendedora.
¿quién dice que tiene que ser otro el que genere empleo? ¿por qué no puede generar uno mismo el empleo? además, ¿por qué contar solamente con la P.E.A. de este país?
en cuanto al tema, pues sí, tocar el presupuesto de la ucr, o su organización laboral, o sus privilegios de universidad estatal, debe ser algo peor que tocarle los huevos al Papa.
Y eso pasa en muchas carreras, en arquitectura es lo mismo, más de 10 universidades impartiendo, deficientemente, una carrera que no dá para tener tantos profesionales en la calle... y se ven muy lindos los arquitectos vendiendo pisos y muebles en Euromobilia.
Es más, podría apostar que pasa en todas las carreras, o al menos en un 80% de las que hay, pero es que si hay una palabra que desconocemos en este país es planificación.
Que complicado :S
Pero gente, ¿qué es planificación? ¿Establecer controles centrales para determinar qué debemos/podemos estudiar? Eso sí que está por verse. Por mí parte, yo creo que somos DEMASIADOS profesionales... y no todos buenos. Sólo en este país, creemos que ser pastelero o sí, horror, mecánico es de baja categoría. Mi opinión personal es que necesitamos más técnicos y menos cerebros.
Yo estudie una licenciatura en la UCR y soy interino en la escuela de fisica, y puedo decirle que en esta universidad tienen como costumbre tener a los profesores interinos por tiempo indefinido, los despiden en vacaciones y los vuelven a contratar en marzo para no asumir responsabilidades patronales. Son unos hijos de puta de padre y madre.
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