¿Alguno de ustedes puede imaginarse a Clint Eastwood en una de las películas de Sergio Leone tratando de darle un beso a Lee Van Cleef? Al parecer los norteamericanos han decidido darle un cañonazo a una de sus más grandiosas mitologías (la de los heroicos vaqueros), al elevar a rango de obra maestra la película Brokeback Mountain de Ang Lee y cientos de aficionados al género lo único que pueden hacer es rechinar los dientes en desesperación. Me considero un aficionado discreto de las películas “western”. En mi criterio las mejores son, en su orden, Imperdonables de Eastwood, El Pistolero (última película de John Wayne), los Siete Magníficos (aunque la versión original Los Siete Samurais de Kourosawa es un millón de veces superior) y la trilogía clásica del spaghetti western italiano: Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y El bueno, el malo y el feo. Mención especial merecen Pequeño Gran Hombre y Danza con Lobos por presentar westerns donde los indios son los buenos. En todos los casos mencionados existe un denominador común: Los vaqueros son machos, y muy machos (de los indios nunca tenemos seguridad y en Pequeño Gran Hombre uno de los indios era abiertamente gay). Por ello la película de Ang Lee es meritoria al tocar un tema que a nadie se le había ocurrido: Los vaqueros pueden ser homosexuales.
Sin haber visto la película (por absoluta falta de tiempo, no por prejuicio), me parece que hubiera sido más meritoria si la hubieran ubicado históricamente a principios del siglo pasado (cuando los vaqueros eran los vaqueros) y no en una época tan contemporánea donde la sociedad tiende a aceptar cada día más que tiene prejuicios y que debe superarlos. En ocasiones olvidamos que los vaqueros reales no eran sólo asaltabancos, perdonavidas y alguaciles. En realidad esas profesiones eran las menos. Los vaqueros, como su nombre lo indica con claridad meridiana eran arreadores de ganado y viajaban cientos de kilómetros con su hato buscando pastos, bebederos y lugares de venta. Esos viajes no eran cortos y sólo viajaban hombres, por lo que me imagino que más de un “secreto de la montaña” tuvo como protagonista a vaqueros de principios de siglo.
Pese a lo anterior no creo ser capaz de soportar la idea de Eastwood y Van Cleef en una escena amorosa y francamente creo que John Wayne hubiera matado al guionista con sus propias manos antes de terminar de leer el guión de Brokeback Mountain. Pero creo que todos estamos seguros que un vaquero de apellido Hudson no hubiera dudado un segundo en aceptar (siempre y cuando Montgomery Clift hubiera sido su contraparte).
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