El primer cuento. Los costarricenses no quieren trabajar en las labores que los extranjeros están cubriendo (por el hermano Grimm Neoliberal)
Más de cien años de educación pública gratuita, cuatro universidades públicas, múltiples instituciones privadas de educación, el INA, las escuelas técnicas etc. han creado un costarricense que hoy en día aspira a realizar labores que no son necesariamente físicas como coger café, cortar caña, construir edificios o limpiar casas. Nuestra mano de obra calificada, que permite que empresas como INTEL o Procter vengan a Costa Rica, no puede aspirar a cubrir labores de alto desgaste físico y con remuneraciones poco competitivas. De ahí que la Migración permite que estas labores siempre se cumplan sin que tengamos que desviar a ellas nuestros valiosos recursos humanos. Si no se permitiera la migración, las actividades agrícolas, de construcción o de servicios domésticos no serían cubiertas.
El segundo cuento. La explotación casi esclava de los inmigrantes (por el hermano Grimm Socialista)
A principios de los ochenta en nuestro país, los empleadores notaron que la gran cantidad de refugiados centroamericanos que radicaban en nuestro país nunca habían conocido beneficios como el aguinaldo, las horas extras, la jornada de ocho horas, el seguro social obligatorio o mejor aún: el salario mínimo. Los empleadores decidieron aprovechar esa circunstancia y desplazaron forzosamente a los costarricenses que recogían café, cortaban caña o limpiaban su casa y que además sabían que nuestro país contaba con un Código de Trabajo. El capitalismo salvaje se impuso, ya que una mano de obra servil (es decir que trabaja por la comida) es más barata que la mano de obra esclava.
La realidad que nadie menciona.
Por alguna razón, cuando se entra en el debate migratorio nadie menciona los inmigrantes que producen empleo (la inmensa mayoría de los colombianos residentes en nuestro país por ejemplo). Estos sin embargo se están topando que su principal enemigo es precisamente la Dirección General de Migración y Extranjería que con sus trámites estúpidamente burocráticos, absurdamente largos y terriblemente corrompibles aniquila las posibilidades de una población económicamente activa y activadora de ayudarnos a generar riqueza en nuestro país.
1 comentario:
Esa realidad siempre se ignora, para muchos inmigrante es sinónimo de parásito, cuando en realidad muchos vienen a realizar actividades sumamente beneficiosas económicamente para el país.
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