A esto hemos llegado: El problema del tránsito en nuestro país ya no es un asunto de seguridad. Es un asunto de salud pública. Manejar hoy en día puede ser nocivo para la salud y la vida.
El último accidente demuestra que nada se puede hacer para evitar la muerte en las carreteras. La familia fallecida cumplió con todas las reglas de manejo, incluso supongo que venían manejando a la defensiva. Nada de eso impidió que la Parca se los llevara.
El fin de año este servidor anduvo por varias carreteras nacionales con mis hijos en el asiento de atrás. Todos llevábamos los cinturones. Mis hijos iban en sillas especiales, el auto tiene airbags. ¿Ustedes creen que de algo hubiera servido si un trailer nos hubiera metido debajo de un bus?
Ahora, como viudas del viejo testamento, comienzan todos a rasgarse las vestiduras y a rechinar los dientes. Pero la reforma a la Ley de Tránsito se encuentra durmiendo el sueño de los justos en la Asamblea (el TLC es más importante ¿recuerdan?, al parecer el libre comercio hace milagrosamente más seguras nuestras calles y carreteras).
Pero el problema va en mi criterio más allá de las leyes. La guerra muerte que vivimos en las carreteras y calles de nuestro país es el resultado de generaciones de conductores que han sido educados bajo el principio de que sólo tienen derechos y no obligaciones. Y lamentablemente la Sala Constitucional se ha encargado de ratificar esta situación (recordemos, en algún momento el cinturón de seguridad fue inconstitucional).
Por razones de mi trabajo, en el año 2000 compartí algunas jornadas de trabajo con consultores suecos de seguridad vial que no entendían por qué en nuestro país no era posible crear “delitos de tránsito” como en Suecia. Ellos proponían que la conducción temeraria y la conducción bajo los efectos del alcohol fueran sancionados con prisión, como en su país. Les explicamos varios abogados que considerábamos que para la Sala Constitucional eso sería una excesiva sanción por lo que se consideraría una violación a los derechos humanos. La cara de asombro de los suecos fue enorme cuando se dieron cuenta que en Suecia, según nuestro ordenamiento, se violaban los derechos humanos.
Se requiere educación vial, prevención vial y estructura vial para hacer nuestras calles más seguras, pero esas son soluciones de mediano y largo plazo. En este momento hay una epidemia en Costa Rica. Una persona ha muerto por día en lo que va del año por esta enfermedad (más que por el dengue, la malaria, la hepatitis o el cáncer) y necesitamos en este momento una medicina rápida que permita iniciar las soluciones de mediano y largo plazo.
Señores Diputados: ¡Reformen ya la Ley de Tránsito!
El último accidente demuestra que nada se puede hacer para evitar la muerte en las carreteras. La familia fallecida cumplió con todas las reglas de manejo, incluso supongo que venían manejando a la defensiva. Nada de eso impidió que la Parca se los llevara.
El fin de año este servidor anduvo por varias carreteras nacionales con mis hijos en el asiento de atrás. Todos llevábamos los cinturones. Mis hijos iban en sillas especiales, el auto tiene airbags. ¿Ustedes creen que de algo hubiera servido si un trailer nos hubiera metido debajo de un bus?
Ahora, como viudas del viejo testamento, comienzan todos a rasgarse las vestiduras y a rechinar los dientes. Pero la reforma a la Ley de Tránsito se encuentra durmiendo el sueño de los justos en la Asamblea (el TLC es más importante ¿recuerdan?, al parecer el libre comercio hace milagrosamente más seguras nuestras calles y carreteras).
Pero el problema va en mi criterio más allá de las leyes. La guerra muerte que vivimos en las carreteras y calles de nuestro país es el resultado de generaciones de conductores que han sido educados bajo el principio de que sólo tienen derechos y no obligaciones. Y lamentablemente la Sala Constitucional se ha encargado de ratificar esta situación (recordemos, en algún momento el cinturón de seguridad fue inconstitucional).
Por razones de mi trabajo, en el año 2000 compartí algunas jornadas de trabajo con consultores suecos de seguridad vial que no entendían por qué en nuestro país no era posible crear “delitos de tránsito” como en Suecia. Ellos proponían que la conducción temeraria y la conducción bajo los efectos del alcohol fueran sancionados con prisión, como en su país. Les explicamos varios abogados que considerábamos que para la Sala Constitucional eso sería una excesiva sanción por lo que se consideraría una violación a los derechos humanos. La cara de asombro de los suecos fue enorme cuando se dieron cuenta que en Suecia, según nuestro ordenamiento, se violaban los derechos humanos.
Se requiere educación vial, prevención vial y estructura vial para hacer nuestras calles más seguras, pero esas son soluciones de mediano y largo plazo. En este momento hay una epidemia en Costa Rica. Una persona ha muerto por día en lo que va del año por esta enfermedad (más que por el dengue, la malaria, la hepatitis o el cáncer) y necesitamos en este momento una medicina rápida que permita iniciar las soluciones de mediano y largo plazo.
Señores Diputados: ¡Reformen ya la Ley de Tránsito!
1 comentario:
A mpi lo que más me enerva es eso, que vos podés tomar todas las medidas e igual estás a merced de los locos.
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