miércoles, septiembre 27, 2006

No señor Arquitecto. ¡NO!


Los domingos es el día que durante más o menos cuarenta y cinco minutos me dedico a estudiar el contenido de La Nación (los restantes días la hojeo con algunas paradas en lo que me interesa). Considero el Ancora como lectura obligatoria pero este domingo su lectura me dejó un sabor acre en la boca:

Si nuestros antepasados lograron realizar obras de tal excelencia, con gran audacia y visión, en medio de grandes sacrificios y adversidad, nuestra generación tiene el deber ineludible de restaurar el Edificio Metálico, dignificarlo, asignarle una nueva función en el siglo XXI, aquilatar su verdadero valor arquitectónico y su aporte urbano al entorno inmediato.(Subrayado no es del original. Artículo firmado por el Arq. Hernán Ortiz)

El Edificio Metálico. El arquitecto en su visión artística del urbanismo de San José, no le pone nombre a las cosas. No es el Edificio Metálico, señor arquitecto. Es la Escuela Buenaventura Corrales y hace unos años también era la Escuela Julia Lang y la Escuela América. Me imagino señor arquitecto, que sus colegas no se gradúan del edificio de ladrillo, metal y vidrio con pinta de adefesio monstruoso, sino de la Escuela de Arquitectura de la U.C.R. o de la Escuela del Véritas, etc. La Buenaventura es un lugar de estudio, señor arquitecto, un lugar donde por más de cien años se han formado en sus primeros pasos, pensadores, presidentes, magistrados, diputados, escritores, abogados, ingenieros, médicos, agricultores, funcionarios, maestros, historiadores, odontólogos y estoy casi seguro que también, aprendieron las primeras letras ahí más de un arquitecto.

Sus corredores amplios con mosaicos de colores, adornados por las columnas metálicas. Sus aulas de gran altura. Su salón de actos solemne. Sus altos ventanales. Nada de esto se ve hoy en las escuelas prefabricadas de se hacen en nuestro país. La Buenaventura (como la llamamos los que la queremos), es una Escuela señor Arquitecto, era una escuela en el siglo XIX, fue una escuela en el Siglo XX. Y a la fecha de hoy sigue siendo una de las mejores escuelas públicas de nuestro país.

Fue ahí donde la niña Lidia Lizano me enseñó a pensar. No sólo me educó, me enseñó a leer, escribir, calcular, etc. Ella además me enseñó a pensar, a debatir. A leer libros que algunos idiotas creían que no eran para niños. Fue ahí donde aprendimos las canciones de Lo que se canta en Costa Rica con don Edgar, que insistía en que pronunciáramos bien cada estrofa y que nos supiéramos bien todos los himnos patrios, para no hacer el ridículo de los políticos que tienen que leerlos.

Allí, cada lunes teníamos un acto cívico, donde recordábamos nuestra historia, nuestros logros como nación, donde honrábamos al agricultor, al maestro, al árbol etc. En su amplio patio central se desarrollaban verdaderas batallas épicas futbolísticas entre dos equipos de cuarenta y cinco o cincuenta niños en cada equipo persiguiendo cualquier cosa que se asemejara lejanamente a un balón (incluso, hasta una chapa de refrescos), mientras que en los corredores las niñas cantaban rondas, jugaban elástico o saltaban la suiza.

Allí señor arquitecto convive la alegría de la infancia con la sabiduría del maestro, el civismo con la educación, el arte, la música y sobre todo, señor Arquitecto, en la Buenaventura se refleja lo mejor de nuestro país, que alguna vez decidió darle como prioridad a su vida social el regalo de la educación de sus niños.

Ese edificio señor, es una Escuela, así con mayúscula. Es el modelo de lo que arquitectónicamente deberían ser todas las escuelas. Si De Amicis hubiera escrito Corazón en Costa Rica, Enrique hubiera sido alumno de la Buenaventura, porque era el tipo de escuela que leemos en su libro. Es un edificio que se yergue orgulloso sobre sus planchas de metal, pero su orgullo no proviene de los fuertes remaches, que lo hacen casi indestructible. Si ese edificio hablara, señor Arquitecto, le garantizo que su mayor orgullo es que cada año nuevos estudiantes ingresan a aprender y cada año otros estudiantes salen a enfrentar el mundo con la enseñanza de seis años. Por todos ellos es que ese edificio señor, relumbra de orgullo.

¿Acaso quiere convertirlo en un museo? ¿Acaso pretende que el salón de actos se transforme en centro de entretenimiento? ¿Pretende que sus amplias aulas sirvan de galería o de auditorios para debates? Búsquese otro edificio señor arquitecto, porque el verdadero valor arquitectónico de la Escuela Buenaventura Corrales está indubitablemente vinculado a ser un centro de enseñanza. Lo reto a demostrar que cualquier otra actividad en el mundo sea más valiosa que enseñar a los niños a leer, a escribir, a pensar… a vivir.

Sacar a los niños y a los maestros de la Buenaventura sería como quitarle el alma al edificio. Sé que para usted, que sólo mira el diseño, la medida, el acabado y el entorno urbano, los edificios no pueden tener alma. Pero la Buenaventura señor, tiene un pedacito del alma de miles y miles de niños que estudiamos en ella y que si usted pone atención, incluso cuando está vacía es posible escucharnos conversando, cantando y gritando en sus corredores y aulas, recitando el abecedario, declamado poesía y orando en las mañanas. Bastantes edificaciones desalmadas tiene esta desalmada capital que llamamos San José. No pretenda asesinar uno que está lleno de vida.

¿Quiere repararla para que le sirva a la patria por otros cien años? Proceda caballero. ¿Quiere darle mejores facilidades para que cumpla su función casi santa? Sea usted bienvenido. ¿Quiere sacar a las prostitutas y traficantes que pululan en el Parque Morazán y en el Parque España para que los niños estén más seguros? Cuente con este egresado de la Buenaventura para ayudarlo.

Pero ¿Quiere quitarle el alma?

No señor Arquitecto. No.

viernes, septiembre 22, 2006

Todavía lo recordamos, Don José


Esta semana se celebra el centenario del nacimiento de don José Figueres Ferrer. Agricultor, Empresario, Político, Pensador, Visionario, Estadista, Ideólogo, Revolucionario. El personaje costarricense más importante del siglo XX y me atrevo a decir de toda nuestra historia. En su honor, y porque al parecer nadie ha querido recordarlo, me permito reproducir algunos artículos que sobre el caudillo, aparecen publicados en El espíritu del 48.

martes, septiembre 19, 2006

Esperando

Desde ayer lo estoy esperando.

No sé cuanto tiempo va a durar en llegar, pero de que llega, llega.

No se si traerá pintura para pintar una consigna contra el Gobierno, el TLC o el signo de la doce o la ultra.

O si más bien traerá la piedra que de forma certera mutilará su objetivo.

O si vendrá con la vejiga llena (o peor aún, el intestino) con el fin de marcar su territorio cual animal salvaje.

Llámenme pesimista.

Llámenme agorero.

Pero desde ayer estoy esperando al pachuco que cansado de robarle la espada a Simón Bolívar en el Parque Morazán, de arrojarle tinta a la cara de Kennedy en San Pedro, o de robarse las letras del monumento de la Bandera, va a llegar a la Catedral a ver que daño le hace a la escultura que hizo Jiménez de Heredia a Juan Pablo II.

(Foto del Diario Extra)

jueves, septiembre 14, 2006

15 de setiembre

15 de setiembre.

Sepamos ser libres no siervos menguados, derechos sagrados la patria nos da.

Siempre me pareció que este debía ser el himno nacional. No me malinterpreten. La música de nuestro himno es maravillosa, pero nunca que me ha convencido mucho la letra que le puso don Billo Zeledón.

En cambio el himno del 15 de setiembre si bien su música es repetitiva y hasta simple, su letra es poderosa:

Sí, cantemos un himno sonoro

a la Patria, al Derecho y al bien

y del pueblo los hijos en coro

de la ley juren ser el sostén

No hay Estado sin Derecho les enseño a mis alumnos. La ley nos da la seguridad. Defender la Ley, la soberanía, como lo manda el artículo 18 de la Constitución, es una obligación y un privilegio de los hijos de la patria.


Nuestro brazo nervudo y pujante

contra el déspota e inicuo opresor

a los viles esbirros espante

que prefieren el ocio al honor

Porque no queremos tiranos, porque no hay derechos donde hay dictadura, porque la libertad necesita siempre algo más que palabras, necesita brazos fuertes que la defienda.

Las cadenas rompió del pasado

la que fuera pacífica grey

y libres su vida han sellado

por su sangre por Patria y por Ley

Si somos libres no queremos estar atados a un pasado que nos detiene. Queremos avanzar, pero jurando defender nuestra patria.

Sólo es hombre el que tiene derechos

no el que vive en la torpe abyección

y baluartes serán nuestros pechos

contra el yugo de inicuo opresor.

Aunque hoy en día, cada vez sean menos los pechos cuyo corazón quiera resistir. Aunque el dinero los haya ablandado. Aún quedamos hombres y mujeres que por la Patria decimos ¡presente! Y no dejamos que nos quiten aquello que tanto nos ha costado.

Nuestra raza la frente altanera

nunca incline en la empresa tenaz

de la patria la noble bandera

no dejemos plegarse jamás

¿Altaneros? Sí, porque lo que hemos conseguido lo hicimos a pesar de los obstáculos. Porque fuimos capaces de tener una Constitución propia antes que los demás. Porque dimos el paso hacia la República de primero. Porque cuando llamamos a sacar a tiros al invasor de nuestro prójimo, los demás llegaron tarde. Porque soñamos con abolir los golpes de Estado y por eso eliminamos el ejército, porque creímos en un estado de Derecho que a la vez cuidara a los ciudadanos. Por miles de razones no debemos dejar nunca que se pliegue nuestra bandera. Nos ha costado mucho tenerla.

Suelta al viento flamee ondulante,

cual celaje de espléndido tul.

Tumba sea del bravo soldado

el pendón blanco rojo y azul.

Pero no veo la bandera en nuestras calles. Pero no hemos adornado nuestras casas como antaño. ¿Pero es que acaso ya no queremos ser libres? No señores. Tal vez, mañana no sea la fecha correcta de nuestra independencia, pero nuestros derechos, nuestra sociedad, nuestra vida sigue siendo parte de una patria, una patria fundada sobre la base de la libertad. Los hijos de esa patria tienen que saber que esa libertad nunca se nos regaló. Que todavía hoy, debemos de seguir peleando por ella, nosotros, los hijos del pueblo.

Los hijos del pueblo

levanten la frente

al sol refulgente de la Libertad

Sepamos ser libres no siervos menguados

Derechos Sagrados la Patria nos da.

martes, septiembre 12, 2006

Justicia ¿cuándo? y ¿cómo?

Ayer hubo otro asalto bancario, otra balacera, otro pleito pasional que terminó con la muerte de una persona. Los noticieros y los periódicos amarillistas parecen realizarse cada vez que tienen un crimen sangriento que anunciar. Adicionalmente, sin necesidad de medios de comunicación, constantemente nos enteramos de asaltos a mano armada ocurridos en contra de nuestros amigos, vecinos o parientes. Estos, por no haber derramamiento de sangre, no llegan nunca a ser noticia.

Mientras tanto, la Policía arresta y arresta individuos que salen pronto en libertad por cuanto el Ministerio Público aplica una política de tramitar sólo aquellos casos que considera relevantes, dejando lo que se considera de poca monta para que el particular interponga la querella, cosa que rara vez sucede. Además, nuestro país ha desarrollado un concepto muy amplio de las garantías constitucionales dentro del proceso para el imputado, lo que es percibido por la opinión pública como un exceso jurídico en perjuicio de las víctimas.

¿Cuándo y cómo vamos a solucionar en nuestro país el problema de la inseguridad? Por años, los especialistas en política criminal han debatido alrededor de dos tesis principales para terminar con el problema: Por un lado existe una escuela de pensamiento que sostiene que el crimen es el resultado de la descomposición social que sufre nuestro país. Que mientras que exista pobreza, miseria y desigualdad social (y jurídica dirían algunos), el problema criminal nunca se va a solucionar. Estos juristas son los que han redactado el proyecto de Código Penal que se encuentra en la corriente legislativa y que busca eliminar cada vez más la pena de cárcel a cambio de medidas correctivas alternativas.

Por otro lado existen juristas que creen más bien que el problema debe solucionarse mediante el establecimiento de una política criminal más punitiva. Es decir más penas de cárcel, más sanciones privativas de derechos. Más delitos que deben ser sancionados con prisión (especialmente las contravenciones) y menos posibilidades de conciliación. Para estos colegas, deben dársele más armas al Estado y sus ciudadanos para sacar de la sociedad a los delincuentes.

Este abogado cree que la solución está en el punto medio. Y como científico social que me considero, remito a mis lectores un experimento realizado en otra sociedad: La ciudad de New York durante la administración del mítico Rudolph Giulani. El famoso alcalde es recordado por los estadounidenses no sólo por su participación histórica en los hechos del nueve once de setiembre, sino que además por haber recuperado New York de las manos del crimen. Al finalizar la administración de Mario Cuomo (demócrata), la ciudad que nunca duerme estaba en manos de pandillas, asaltantes, y una verdadera ola de crimen que no respetaba nada. Se consideraba inseguro caminar de noche por las calles de New York e incluso recuerdo que cuando se produjeron los motines en el oeste norteamericano por el juicio de los policías que le dieron la paliza a Rodney King, el mayor temor de la seguridad nacional del gobierno de Bush Sr. era que la violencia llegara a la gran manzana, por cuanto en ella había más gente armada que en todo el Medio Oriente.

Giulani comenzó por construir una nueva cárcel de máxima seguridad (luego hizo más) y además le dio luz verde al fiscal general de la ciudad y a la policía para realizar lo que fuera con tal de detener el crimen en la ciudad. Nunca los policías de New York se sintieron tan seguros de su total inmunidad. Los criminales se las vieron a palitos para cometer sus fechorías, por cuanto un gran número fue retirado de las calles (en algunas ocasiones pasando sus derechos constitucionales por salva sea la parte). Los newyorkinos comenzaron a sentir que de nuevo era seguro ir por ejemplo, al Yankee Stadium, ubicado en el Bronx y cuyo mítico equipo de béisbol estaba por marcharse de la ciudad por cuanto nadie quería venir a un estadio en el Bronx. El precio a pagar fue alto, eso sí en materia de derechos individuales: la policía principalmente, contaba con el apoyo de Giulani incluso cuando abusaban del poder… Ejemplo de esto es un caso trágico: un estudiante africano muere acribillado por cuanto, al no poder hablar bien inglés, quiso sacar su pasaporte de un bolso, los policías presumieron que era un arma y le dieron veintiún balazos. Ningún policía fue condenado. El apoyo público de Giulani a los policías, junto con sus escándalos maritales casi acaban con su carrera política… hasta que el nueve once de setiembre del dos mil uno comenzó su proceso de canonización política.

Pero, señores lectores, no fue sólo la política casi fascista de Giulani en materia criminal la que salvó a la ciudad de New York. Lo cierto es que el éxito de Giulani se dio cuando los Estados Unidos atravesaban la mejor época económica que habían disfrutado desde la Segunda Guerra Mundial. El plan económico de los demócratas (It’s the economy, stupid!), con Clinton a la cabeza en la Casa Blanca, redujo el desempleo, aumentó el poder adquisitivo y facilitó el consumo, ayudando en buena medida a los sectores más desamparados de la población (manteniendo una fuerte carga impositiva a los sectores económicos más poderosos) y provocando un enorme crecimiento económico en los ocho años de la Administración Clinton.

En resumen, el crimen se detiene, en mi humilde criterio, con un sistema penal estricto (pero sin llegar a excesos), más estricto que el que ahora ostenta nuestro país, en el cual las autoridades policiales y judiciales sientan que pueden efectivamente combatir el crimen y producir resultados positivos, pero a la vez, el entorno social debe cambiar, mediante una economía activa, que permita que las clases sociales más desprotegidas tengan acceso a la riqueza. No podemos tener una política criminal más represiva, si no hemos garantizado el crecimiento económico, y no podemos tener una política criminal más laxa cuando los indicadores sociales indican que el crimen está no sólo creciendo, sino que haciéndose más violento.

Pero para el que acaba de ser asaltado a mano armada, para los familiares de las víctimas de homicidios, para las víctimas de abusos sexuales o robos violentos, ellos quieren una respuesta ya. Ellos quieren a los criminales presos. Sufriendo por lo que ellos sufrieron. Para el hombre común, la justicia no se parece en nada a la política. Incluso nosotros, los que nos consideramos educados, profesionales, y en mi caso cristiano, frente al crimen que nos afectara directamente reclamaríamos de inmediato el ojo por ojo.

lunes, septiembre 04, 2006

Desempolvando la Biblioteca (3)

Después del Ruiseñor y Marcos, me permito seguir con ustedes desempolvando la biblioteca del cuarto. Para este mes quisiera sacar del baúl de los recuerdos un libro que estoy seguro no fue lectura obligatoria de nadie en su época estudiantil, ya que no forma parte de los consagrados debido principalmente a que su género es considerado por muchos como de segunda categoría.

Existen, al parecer, diferentes géneros de la literatura de los cuales algunos sólo sirven para hacer dinero (lo cual si usted es escritor es un pecado, por cuanto usted como escritor debe morirse hambre por un tiempo antes de ser famoso y respetado). Entre esos géneros caben las novelas que yo denomino de acción y espionaje (F. Forsyth; Collins y Lapierre; y algunos de L. Uris caen en esta personal calificación). Además tenemos otros que casi podemos de calificar de aventuras sólo que por ser de autores modernos (Como Clavell en Shogun o Tai Pan), no pueden compartir el podio con aventureros clásicos como Verne, Salgari o Dumas padre (de Dumas hijo, mejor no hablar). Siguiendo con el tema de los fabricantes de Best-Sellers, aparecen los autores new age o como prefiere llamarlos el suscrito autores Light (con Cohelo y su insufrible colección de melosos e insoportables libros como ejemplo principal), en ellos la exigencia intelectual es mínima.

Pero me estoy desviando del tema: El género de Best-Sellers al que quería hacer referencia es el de la ciencia ficción. Atención, eso sí, no me refiero a la ciencia ficción moderna, si no a la denominada era de oro de la ciencia ficción. Cuando los escritores eran casi tan científicos como escritores y planteaban una visión del futuro donde la energía atómica, los viajes espaciales y los robots serían lo más natural en este segundo milenio. Es maravilloso leer los relatos y novelas de esta época (especialmente los escritos antes de que el hombre llegara a la luna). Assimov y Heinlein principalmente, desarrollaron un universo maravilloso donde el hombre reclamaba para sí el universo a través de colonizaciones masivas (Heinlein lo hacía a traves del viaje en el tiempo y las colonias conquistadas por medio de la guerra, Assimov por medio de la conquista pacífica provocada por la superpoblación y agotamiento de los recursos). La tecnología en esos cuentos y novelas eran más y más grandiosas cada vez y al parecer el conocimiento del hombre no tenía fronteras.

La mayoría de los autores de la edad dorada estaban seguros de que la Tierra tendría algún día un gobierno mundial (fracaso absoluto de la ciencia ficción) y que conquistaríamos el universo. Por ser gringos la mayoría de los autores de esa época, el sistema capitalista y militarizado norteamericano generalmente prevalecía, aunque siempre con algunas críticas severas al sistema (en la luna por ejemplo, no hay almuerzo gratis, usted tiene que pagar por el aire que respira).

En fin, es un género que me ha gustado desde que lo descubrí y no he dejado contaminar mi gusto con las obras de ciencia ficción más modernas. Les dejo cuatro recomendaciones:

- Metrópolis de Thea Von Harbou. Tal vez la más extraordinaria novela de ciencia ficción que haya leído en mi vida. Para recuperar el amor de su hijo un padre puede hacer hasta lo imposible. El padre es el gran administrador de Metrópolis, la super ciudad, la mega ciudad, la ciudad de futuro. El hijo huye de su riqueza y se mezcla con los obreros que parecen carecer de alma (pero que sospechosamente son muy parecidos a él). En el medio surge el amor y la pasión por la vida en la forma de una mujer. Es maravillosa en todo sentido, especialmente si se toma en cuenta que fue escrita en 1926. Su versión cinematográfica es todavía una de las películas de culto más admiradas (y eso que es cine mudo).

- El gambito Von Goom de Victor Contoski. Relato con un maravilloso humor negro acerca de un ajedrecista del futuro que descubre el único movimiento de ajedrez que es imposible de derrotar. Entiendo que ganó varios premios en su momento y francamente no entiendo como ha sido calificado siempre como relato de ciencia ficción.

- Robots de Isaac Asimov (Uno de los dos maestros de la Ciencia Ficción). Se puede encontrar con diversos nombres (de Robots, Los Robots e incluso Yo Robot desde que lanzaron la película que NADA tiene que ver con ninguno de los cuentos de Mr. Assimov). Una serie de cuentos cortos donde vemos la evolución científica de los denominados cerebros positrónicos y cómo fueron creadas las tres invariables leyes de la robótica (1. Un robot no puede causar daño a un ser humano ni, por omisión, permitir que un ser humano sufra daños. 2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, salvo cuando tales órdenes entren en conflicto con la Primera Ley. 3. Un robot ha de proteger su existencia, siempre que dicha protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.). De todos los cuentos, me quedo con Robot AL-76 extraviado en donde las leyes de la robótica le juegan una mala pasada al futuro energético de la humanidad y Evidencia en donde se perfila la mejor solución para el futuro político de la humanidad.

- Historia del Futuro de Robert A. Heilein. El otro gran maestro de la ciencia ficción. Su Historia del Futuro (un contrasentido hecho a propósito, el futuro no puede tener historia), es la unión de varios cuentos distribuidos en cuatro tomos. En ellos vamos desde los inicios de la era nuclear, pasando por la conquista de la luna y por último la conquista y colonización del espacio. La obra completa incluye dos clásicos: El hombre que vendió la luna: La historia de Delos D. Harriman el empresario que decidió que sería un magnífico negocio conquistar la luna mediante la empresa privada y dejar por fuera a los burócratas. Es una verdadera joya. Además la saga termina con Los hijos de Matusalén, relato donde nos presenta una sociedad de longevos (casi inmortales humanos) que son forzados a emigrar de la Tierra por no compartir el secreto de su longevidad, el cuento nos presenta como protagonista al famoso Lazarus Long (Woodrow Wilson Smith de nacimiento, Theodore Braxton, y otros cien nombres más que el tal Lazarus debe usar por que es básicamente un canalla pelirrojo que nadie en su sano juicio dejaría entrar en su casa), el hombre más viejo de la Tierra, que luego será protagonista de varias novelas más de Mr. Heinlein.

Por cierto, ninguno de estos autores vio venir nunca el fenómeno de los blog…