martes, septiembre 12, 2006

Justicia ¿cuándo? y ¿cómo?

Ayer hubo otro asalto bancario, otra balacera, otro pleito pasional que terminó con la muerte de una persona. Los noticieros y los periódicos amarillistas parecen realizarse cada vez que tienen un crimen sangriento que anunciar. Adicionalmente, sin necesidad de medios de comunicación, constantemente nos enteramos de asaltos a mano armada ocurridos en contra de nuestros amigos, vecinos o parientes. Estos, por no haber derramamiento de sangre, no llegan nunca a ser noticia.

Mientras tanto, la Policía arresta y arresta individuos que salen pronto en libertad por cuanto el Ministerio Público aplica una política de tramitar sólo aquellos casos que considera relevantes, dejando lo que se considera de poca monta para que el particular interponga la querella, cosa que rara vez sucede. Además, nuestro país ha desarrollado un concepto muy amplio de las garantías constitucionales dentro del proceso para el imputado, lo que es percibido por la opinión pública como un exceso jurídico en perjuicio de las víctimas.

¿Cuándo y cómo vamos a solucionar en nuestro país el problema de la inseguridad? Por años, los especialistas en política criminal han debatido alrededor de dos tesis principales para terminar con el problema: Por un lado existe una escuela de pensamiento que sostiene que el crimen es el resultado de la descomposición social que sufre nuestro país. Que mientras que exista pobreza, miseria y desigualdad social (y jurídica dirían algunos), el problema criminal nunca se va a solucionar. Estos juristas son los que han redactado el proyecto de Código Penal que se encuentra en la corriente legislativa y que busca eliminar cada vez más la pena de cárcel a cambio de medidas correctivas alternativas.

Por otro lado existen juristas que creen más bien que el problema debe solucionarse mediante el establecimiento de una política criminal más punitiva. Es decir más penas de cárcel, más sanciones privativas de derechos. Más delitos que deben ser sancionados con prisión (especialmente las contravenciones) y menos posibilidades de conciliación. Para estos colegas, deben dársele más armas al Estado y sus ciudadanos para sacar de la sociedad a los delincuentes.

Este abogado cree que la solución está en el punto medio. Y como científico social que me considero, remito a mis lectores un experimento realizado en otra sociedad: La ciudad de New York durante la administración del mítico Rudolph Giulani. El famoso alcalde es recordado por los estadounidenses no sólo por su participación histórica en los hechos del nueve once de setiembre, sino que además por haber recuperado New York de las manos del crimen. Al finalizar la administración de Mario Cuomo (demócrata), la ciudad que nunca duerme estaba en manos de pandillas, asaltantes, y una verdadera ola de crimen que no respetaba nada. Se consideraba inseguro caminar de noche por las calles de New York e incluso recuerdo que cuando se produjeron los motines en el oeste norteamericano por el juicio de los policías que le dieron la paliza a Rodney King, el mayor temor de la seguridad nacional del gobierno de Bush Sr. era que la violencia llegara a la gran manzana, por cuanto en ella había más gente armada que en todo el Medio Oriente.

Giulani comenzó por construir una nueva cárcel de máxima seguridad (luego hizo más) y además le dio luz verde al fiscal general de la ciudad y a la policía para realizar lo que fuera con tal de detener el crimen en la ciudad. Nunca los policías de New York se sintieron tan seguros de su total inmunidad. Los criminales se las vieron a palitos para cometer sus fechorías, por cuanto un gran número fue retirado de las calles (en algunas ocasiones pasando sus derechos constitucionales por salva sea la parte). Los newyorkinos comenzaron a sentir que de nuevo era seguro ir por ejemplo, al Yankee Stadium, ubicado en el Bronx y cuyo mítico equipo de béisbol estaba por marcharse de la ciudad por cuanto nadie quería venir a un estadio en el Bronx. El precio a pagar fue alto, eso sí en materia de derechos individuales: la policía principalmente, contaba con el apoyo de Giulani incluso cuando abusaban del poder… Ejemplo de esto es un caso trágico: un estudiante africano muere acribillado por cuanto, al no poder hablar bien inglés, quiso sacar su pasaporte de un bolso, los policías presumieron que era un arma y le dieron veintiún balazos. Ningún policía fue condenado. El apoyo público de Giulani a los policías, junto con sus escándalos maritales casi acaban con su carrera política… hasta que el nueve once de setiembre del dos mil uno comenzó su proceso de canonización política.

Pero, señores lectores, no fue sólo la política casi fascista de Giulani en materia criminal la que salvó a la ciudad de New York. Lo cierto es que el éxito de Giulani se dio cuando los Estados Unidos atravesaban la mejor época económica que habían disfrutado desde la Segunda Guerra Mundial. El plan económico de los demócratas (It’s the economy, stupid!), con Clinton a la cabeza en la Casa Blanca, redujo el desempleo, aumentó el poder adquisitivo y facilitó el consumo, ayudando en buena medida a los sectores más desamparados de la población (manteniendo una fuerte carga impositiva a los sectores económicos más poderosos) y provocando un enorme crecimiento económico en los ocho años de la Administración Clinton.

En resumen, el crimen se detiene, en mi humilde criterio, con un sistema penal estricto (pero sin llegar a excesos), más estricto que el que ahora ostenta nuestro país, en el cual las autoridades policiales y judiciales sientan que pueden efectivamente combatir el crimen y producir resultados positivos, pero a la vez, el entorno social debe cambiar, mediante una economía activa, que permita que las clases sociales más desprotegidas tengan acceso a la riqueza. No podemos tener una política criminal más represiva, si no hemos garantizado el crecimiento económico, y no podemos tener una política criminal más laxa cuando los indicadores sociales indican que el crimen está no sólo creciendo, sino que haciéndose más violento.

Pero para el que acaba de ser asaltado a mano armada, para los familiares de las víctimas de homicidios, para las víctimas de abusos sexuales o robos violentos, ellos quieren una respuesta ya. Ellos quieren a los criminales presos. Sufriendo por lo que ellos sufrieron. Para el hombre común, la justicia no se parece en nada a la política. Incluso nosotros, los que nos consideramos educados, profesionales, y en mi caso cristiano, frente al crimen que nos afectara directamente reclamaríamos de inmediato el ojo por ojo.

3 comentarios:

Solentiname dijo...

Creo que quisiste decir el 11 de setiembre (no el 9). Como fiscal, reclamaba mucho eso del criterio de bagatela, porque dejábamos y se deja indefenso a la víctima del delito pequeño, al ciudadano en general, al que siente que la inseguridad aumenta. Y sí, la mayoría de nuestros jueces son demasiado garantistas y cualquier asomo de mano dura es considerado de ultra derecha. Pero cambia, todo cambia: un juez garantista por definición tiene ahora al Ministerio Público convertido en el brazo legal de los carabienros de Chile! ;)

La política de tolerancia zero de Giuliani... habría que ver si habría servido sin la bonanza económica. El cmabio fue notirio e inmediato, de no poder caminar por la calle después de las 5 de la tarde a poder ir a las 2 de la mañana a pie al umpire state, en lo que aquí sería equivalente a travesar a esa hora la avenida segunda (manteniendo las distancias), pero se pagó caro el precio en las matonadas y la actitud de esa policía que no se distingue precisamente por ser la menos corrupta.

La tramitación de los casos penales debe dirigirse a quitar delincuentotes y delincuentillos de la calle y no a quitarse expedientes de encima, cumplir con metas de casos resuletos o forzar a las víctimas a una conciliación que no quieren por evitarse un largo juicio.

Eduardo Mora dijo...

Corrección
Como decimos los notarios: donde dice: nueve de setiembre léase correctamente once de setiembre...

djtopo dijo...

ya decía yo...

yo, estoy de acuerdo tambien que gran factor del temor que vivimos es el amarillo con el que se ha teñido la noticia en costa rica, si bien la ola de violencia ha crecido, el empuje, abombamiento e incluso montaje de circo que crean los noticieros o periodicos en tiquicia, hace que se vea como la peor temporada en la que hemos vivido.