La reforma a la Ley de Tránsito ha sufrido un procedimiento ajeno al sentido común, a la realidad nacional y al uso mínimo de la razón. Los diputados aprobaron un proyecto de forma precipitada por la presión de los medios de comunicación frente a los más de 300 muertos por año en nuestras carreteras.
La redacción de la Ley estuvo a cargo de analfabetas legislativos, que aniquilaron la eficacia de la norma por errores en la numeración y la redacción. La aplicación de la Ley en principio produjo un enfrentamiento del costarricense con una realidad que NUNCA quiso ver: Que debía cumplir con ciertos requisitos, que la licencia de conducir no es un derecho inalienable y que debía asumir la responsabilidad de sus actos.
300 mil autos sin marchamo, 200 mil sin revisión técnica, 400 mil conductores sin licencia vigente, las cifras explican el desastre de la seguridad vial de nuestro país. La draconiana ley infundió el pánico en una semana de vigencia, y con el pánico vino lo impensable: los conductores decidieron respetar la ley.
Tenía esta ley una fortaleza fundamental: el sistema de puntaje, que ponía en riesgo al chofer irresponsable de perder su licencia, su trabajo o sus privilegios. Este sistema ya nos había costado a los costarricenses una buena suma de dinero en su procedimiento de implementación en el Consejo de Seguridad Vial. Tenía además la ley, una serie de sanciones absurdas, draconianas y que justificaban una nueva reforma.
¿Que hicieron nuestros diputados? Aniquilaron las fortalezas de la ley. Provocaron la pérdida de millones de colones al COSEVI al borrar el el sistema de puntos y aniquilaron la posibilidad de la reeducación del conductor, y por supuesto redujeron las multas, y aumentaron la tolerancia para los choferes borrachos.
Un paréntesis, la Cámara de Restaurantes se queja que por las restricciones en los niveles de alcohol, los costarricenses han dejado de ir a los locales que expenden comida y licor. Para ellos es la Ley de tránsito, no la crisis mundial, la causante de los problemas de sus negocios.
¿En qué ha quedado esta reforma a la ley de tránsito? En un monumento a los paños tibios, a la ceguera política, al lucimiento personal. Excluyo de responsabilidad de este desaguisado a los diputados del Movimiento Libertario; ellos desde el principio aborrecieron el proyecto, siguiendo su ideología de que uno es libre de matarse borracho y de matar a quien sea. A los que no puedo entender a los del PAC. Ellos supuestamente son los diputados que estudian los proyectos. Ellos aprobaron el primer proyecto. Ellos ahora han actuado como políticos de quinta categoría. Nota destacada de mediocridad merecen los diputados oficialistas, que sabiendo lo que está en juego deciden faltar a sesiones.
Nada importan los lamentos de los familiares que han perdido hijos en las carreteras, o los clamores de los médicos del Hospital Nacional de Niños. Ciegos a la realidad, han preferido quedar bien con el guaro, con los picones, con los irresponsables.
Pero la Constitución puede salvar este desaguisado. Don Oscar va de salida, y un presidente de salida puede tomar cualquier decisión porque ya no debe pensar en su popularidad (y a don Óscar, poco le ha importado caer antipático). Le pido al presidente que convoque todos los días que quedan de las sesiones extraordinarias la reforma a la ley de Tránsito. Que los diputados aprueben ese plato de babas. Luego aplique la constitución don Oscar y vete esa barbaridad.
Vétela, para que la Asamblea deba devolverla a comisión, y que sean los nuevos diputados, los del próximo gobierno los que enmienden esa norma. Vétela y deje que el MOPT se obligue a aplicar el sistema de puntaje, que los conductores tengan que llevar a sus hijos seguros, que los borrachos que deciden conducir terminen en la cárcel. Vétela y devuélvanos la esperanza de que las leyes se hacen para cumplirlas. No le de gusto a los mediocres y a los alcahuetas.
Nunca he visto venir tan clara la necesidad de un veto como con esta norma. Debería ser el nuevo slogan del COSEVI: Veto, por nuestra seguridad en carretera.
jueves, marzo 11, 2010
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
Si bien creo que tenés razón en la conclusión que estás sacando, me parece que hay un hueco en el razonamiento. Decís: Tenía esta ley una fortaleza fundamental: el sistema de puntaje, que ponía en riesgo al chofer irresponsable de perder su licencia, su trabajo o sus privilegios.
La ley vigente, tanto antes como después del primero de marzo recién pasado, no permitía la conducción de vehículos sin la portación de licencia. La única diferecia estaba en el monto de la multa asociada a la infracción. El hecho que existan 400 mil choferes — y para ponerlo en contexto, eso es aproximadamente el 25% del total — que no tenían licencia al día lo que quiere decir es que la ley simplemente no se aplica. ¿Cómo va a cambiar eso simplemente reformando la ley? ¿a esa gente qué le importan los puntos, si de todas formas conduce sin licencia? ¿Que se arriesga a que le decomisen el vehículo? ¡Ja! Eso es lo que ellos dicen. "Mi carro es propiedad privada, y nada puede impedir que mi carro circule si tiene los permisos que corresponden (y aún si no los tiene). Que yo no lo pueda conducir es problema aparte. Traten de quitarme el carro para que vean lo que dice la Sala IV."
Marcelo, si existe un fundamento. ¿qué pasa en aquellas personas cuyo puesto de trabajo implica necesariamente tener licencia? Una buena cantidad de puestos (no sólo operativos sino que gerenciales también) dependen no sólo de tener el auto, sino además de poder conducirlo.
A veces uno se safa de la cabeza y se le terminan metiendo ideas loquirijillas, como que seria mejor tener un gobierno autoritario pero con las riendas en manos de la mejor representación que una tecnocracia idílica pudiese concebir. Sin Burocr...digo democracia, esto es el alto precio del gobierno de las masas, el alto precio de la separación de poderes, el alto precio de los regímenes constitucionales que nos dieron tanto pero nos quitaron proporcionalmente tantas cosas. Gobernar por decreto y tomar decisiones hoy y poderlas ejecutar mañana debe ser tan bonito, y nos preguntamos por que el sudeste asiático dio un salto económico tan fuerte y nosotros caímos en un estancamiento en comparación con sus índices de desarrollo.
Si bien es cierto que este articulo está lleno de pies a cabeza de razón por cuanto se aliviano en exceso la coercitividad de la ley de transito, las consignas y propuestas que trae no son mas que deseos, wishful thinking, no existe al igual que para tantas cosas buenas, voluntad política para llevarlas a cabo, ni en este gobierno ni en su continuación en manos de Doña Laura. Si hubiese un cambio radical y efectivamente fuese vetada esta ley nueva, me comería mis sombrero en vergüenza por mi equivocación pero se muy bien que no va ser así.
Publicar un comentario