lunes, marzo 24, 2008

Un diagnóstico político amateur

Estamos en presencia de un momento político interesante: Liberación Nacional aparece como el partido de mayor apoyo popular (si creemos en las encuestas), el PAC está al nivel del Libertario y el PUSC navega aguas tormentosas esperando que su líder decida lanzarse a la Presidencia, la diputación y presumiblemente la inmunidad.

Por supuesto que en las tiendas verde y blancas ya se están alistando los príncipes herederos, habiendo el delfín familiar trastabillado por culpa del memorando, desaparecida la esperanza “joven” por la misma razón, la figura del Alcalde eterno surge como el candidato más peligroso (montado sobre una base electoral populista y una fuertísima dirigencia en San José y Palmares que estén seguros forjará fuertes alianzas con dirigentes comunales olvidados por los Arias).

En segundo lugar, el señor Presidente da su bendición placentera para que su Vicepresidenta sea candidata (en perjuicio del caballero del acordeón que gusta de dormir en tugurios, a quien los Arias le deben bastante, pero que es un soldado disciplinado). Lo de la vicepresidente me llama la atención desde el punto de vista institucional por cuanto don Oscar se quedaría en su último año de Gobierno sin sustituto (e impondría un récord con la renuncia de dos vicepresidentes), lo cual de inmediato coloca al presidente del congreso del último año de la administración como vicepresidente en caso de ausencia de Oscar (¿alguien puede dudar de que Pacheco sería ese presidente del Congreso?)

Surge además la figura de Alvarez Desanti, quien erró al irse de Liberación y parece que vuelve a errar en su retorno, pero ojo: Antonio tiene el apoyo del figuerismo, que en Liberación significa Mariano y doña Karen y alguna dirigencia histórica. Si bien no es el mejor tandem político, por lo menos es seguro que van a molestar y bastante en los proceso internos hasta obtener de nuevo cuotas de poder con el fin de preparar el glorioso regreso de Muni o (gulp) José María.

El PUSC luce lo suficientemente seguro de que no tiene chance de ganar la próxima elección, y creo que el proceso electoral será dirigido en dos sentidos: Poner a Rafael Angel en la Asamblea (un político durísimo para liderar una oposición) y además aumentar el número de diputados para no ser simples comparsas del PLN.

En cuanto a los libertos libertarios tienen un serio problema: Su única posibilidad real es aliarse con la Unidad (o al menos con los sectores económicos liberales del cadáver del partido), para tener alguna dirigencia de base. La alianza total es improbable porque NADIE en la Unidad va a aceptar a Otto como candidato. Es más el Libertario y el PAC tienen un problema común: sólo hay un posible candidato presidencial. Y esto es una debilidad, por cuanto sería repetir y repetir la imagen conocida y que falló notoriamente en la última elección.

¿Y el PAC? Con el nuevo “bloque socialdemócrata” (que creo es idea de Rolando para quitarle caudal político al que sería el principal adversario de Johnny, SU HERMANO NO LO OLVIDEN), mucha de su base se está marchando en busca de más verdes (o más bien rojos) pastos. Ottón cuenta con una imagen desgastada, acribillada por los medios durante ya diez años, y que con una testarudez digna de Oscar Arias, insiste en mantener como cabeza de su partido. Si el PAC no propone otro candidato volverá a ser la tercera fuerza política del país, a la par del libertario.

martes, marzo 18, 2008

La Môme…


Hacía muchos años no me ocurría. Tantos años de ir a ver películas en salas de centros comerciales, rodeado de teléfonos celulares, comentaristas no deseados, comerciales estridentes, y ese ambiente de comercio en lo que antes era una forma de arte me habían hecho olvidar lo que significa el cine, cuando es bueno, cuando te mete en la pantalla y no te suelta.

Son casi las siete, la fila es larga para una película europea. Es la tradicional fila en la Garbo, donde uno espera en la acera mientras el resto de los que ven películas hacen fila en el centro comercial. Primera sorpresa: Palomitas de maíz en la Garbo (lo siento, no he visto la esquela de Niko Baker, toda vez que había jurado que sólo sobre su cadáver se verían palomitas en su sala). Luego, entrar en la sala en silencio, mientras la gente se sienta sin grandes aspavientos y sin que nadie se lo diga apaga su celular.

Se apagan las luces y veo algo que me devuelve como treinta años en el pasado: un parroquiano ingresa a la Sala en la oscuridad acompañado por un empleado del cine que lleva nada más y nada menos que un foco para guiar sus pasos. ¿Cuántos años hace no veo un foco en una sala de cine? Sonriente por el regreso al pasado miro los cortos de los próximos estrenos de la Garbo (a los cuales Hollywood no se acercaría ni a cien metros por temor a contaminarse de arte).

Inicia la película que vine a ver… La Môme que como toda película francesa viene acompañada con una traducción de su título que es ajena totalmente al original (La Vie en Rose. La Extraordinaria vida de Edit Piaf). Aquí hago una digresión: mi primera película francesa fue Betty Blue, la cual en realidad se llamaba 37º grados a la mañana (en francés), nunca he entendido esa manía de “guiarnos” a todos los hispanos parlantes para que comprendamos los títulos de las películas.

Pero me desvío del tema central. La película inicia y de inmediato, casi en segundos, yo estoy adentro. Esto era lo que no me pasaba hace tanto tiempo, tal vez fue la sala, el ambiente, lo que fuera, pero durante más de dos horas estuve pisando las calles sucias del París de la preguerra, los escenarios de todos esos teatros, burdeles y salones en los que la Piaf cantaba. Y siento la música en las venas y siento la desesperación del final inevitable. Lo que estoy viendo no es una película, es una posesión espiritual, la Piaf ha regresado a posesionarse de su música y no le importa ni se arrepiente de nada. Esta biografía no viene con ningún momento de redención, no es Hollywood y sus finales felices, es la cruda realidad, la cual su protagonista canta con pasión, con amor, con furia y retando a quien quiera juzgarla: Non je ne regrette rien.

Decir que la actuación de madam Cotillard es digna de un Oscar es un sobreentendido: Ella es la película, ella borra de escena a todo el que se le acerca, tan grande era el reto que el resultado es notable: Una masacre en términos interpretativos porque uno no es capaz de recordar un solo personaje secundario digno de mención frente a esta Piaf de fantasía que parece más bien una posesión espiritual que una interpretación artística. Se salva solamente Depardieu, que en su corto paso como Louis Leplee logra sobrevivir (su actuación, porque su personaje muere casi tan rápido como aparece en escena).


El cierre es tan digno, tan espectacular, que te quedas esperando los aplausos. La Piaf canta en el Olimpia, su vida termina y con ella su voz, pero su leyenda nace. El corte final nos deja la única interpretación musical que no termina con el aplauso del auditorio. Sólo la pantalla negra que anuncia el final. La sala, aún oscura suelta por fin la respiración. Yo regreso a mi butaca después de estar el Olimpia. Se escucha una palma, luego otra.


El aplauso final poco a poco va llegando.

jueves, marzo 13, 2008

Negro, fuerte, con poco dulce.


Mi abuela Teresa me lo presentó recién chorreado, de una de esas bolsas que se ponían encima del pichel de lata. Para que me lo pudiera pasar, en vez de ponerle leche y azúcar le poníamos leche condensada (una cucharada grande). Creo que tenía como cinco o seis años cuando comencé a “cafetearme” en las tardes con mi abuela y mi madre, mientras comíamos galletas de soda con jalea, o pan recién traído de la panadería cercana con queso crema (o salami, que mi abuela adoraba).

Con el tiempo, abandoné el café con leche y a muy temprana edad me pasé al negro, fuerte y con poco dulce. Por lo general durante mi infancia y adolescencia el cafecito era en la tarde. Recién chorreado y NUNCA rechinado (es decir recalentado eternamente). Fue en la universidad donde se volvió parte de mi sistema circulatorio. Desde aquél imbebible petróleo amargo que servían en la Soda Guevara, hasta el ralo ralito que servían en la Tortuguita (hoy ambos locales desaparecidos). Me acostumbré a tomar café en la mañana, en la tarde, en la noche y en las noches de fiesta, en la madrugada, cuando a veces nos agarraba el alba en esas noches bohemias que nos daba por tener en la Facultad.

Con el café es con lo único que soy nacionalista. No compro café colombiano ni gringo instantáneo (la oligarquía triunfó conmigo en eso). Aprendí a despreciar las marcas de café que brillan por el azúcar y a la fecha me niego a recalentar una taza. Mejor hago más café. En el trabajo son dos tazas al día. Eso sí, sin interrumpir las labores, a la par del teclado y del Mouse está la jarra de humeante yodo (como siempre le hemos dicho). Nunca me ha provocado insomnio, ni agrura, ni dolor de cabeza (es más me previene las migrañas) y más bien por lo general funge como relajante en momentos se estrés.

Lamentablemente admito haber dejado ya el chorreador en beneficio del cofee maker, pero hace unas semanas me pasó un incidente. El aparatito dejó de funcionar como era debido y por primera vez en años, tuve que chorrear café. Y señores: el sabor cambió. Ahora con coffe maker nuevo he desarrollado una técnica de chorreo (para unir el pasado con el futuro), mientras el agua se carga en el filtro con café, yo retiro el pichel para que no baje y se quede un par de minutos cargándose de sabor. El resultado es casi tan bueno como la chorreada.

Por el café, nuestro país tiene una costumbre laboral única en el mundo, paramos las labores para ir a tomar café (en las empresas públicas y privadas). Por el café nos sentamos un rato a conversar con la esposa, con el amigo, con el colega o compañero de trabajo. Con café nos reciben en cualquier casa de amigos. Y no hay forma humana de comerse un tamal en diciembre si no viene acompañada por el café.

Y cuando lo chorreo en la tarde, mientras pongo a tostar el pan, siento la mirada de mi abuela que desde el cielo me mira mientras está tomándose esa tasa de café muy negro, muy fuerte y muy dulce que siempre se tomó conmigo.

martes, marzo 04, 2008

Comentarios cortos del primer bimestre de 2008.

En mi último artículo escribí sobre cómo un alcalde con domicilio electoral el Pavas tenía una residencia en Escazú. A ese mismo alcalde le robaron el carro en su residencia en Escazú, todos los medios de prensa dieron la noticia, ubicando la residencia en Escazú, la policía que atendió el caso fue la de Escazú, porque, repito, la residencia de esta persona está en Escazú. El problema es que NO ESTOY HABLANDO DEL ALCALDE DE ESCAZÚ SINO DEL DE SAN JOSÉ Y NI UN SOLO PERÍODICO, NOTICIERO O SEMANARIO SE HA HECHO LA PREGUNTA ¿QUÉ DIANTRES HACE EL ALCADE DE SAN JOSÉ RESIDIENDO EN ESCAZÚ?. La respuesta es obvia: Multiplaza le queda más cerca.

He escuchado dos meses agenda parlamentaria por la radio. Mi ovación de pie (y va en serio) va para don José Merino del Río. Su trabajo hercúleo batallando por sus ideales (aunque lejanos de los míos), me lo ha retratado como un hombre de bien y que hace una oposición responsable y respetuosa. No son pocos los diputados (incluyendo el Presidente del Congreso) que han reconocido su labor. A la par de don José, la labor del PAC ha sido pálida, desteñida y con olor a guardado. Han llegado al ridículo de leer el mismo discurso dos o tres diputados con el único fin de atrasar la votación, incapaces de plantear diferentes ángulos de discusión. Ha hecho más Merino por luchar por la Agenda que el PAC.

Lamento profundamente como abogado, que Federico Sosto, al cual reconozco como gran académico y colega abogado, haya cometido el enorme error de no abstenerse de conocer la consulta preceptiva de constitucionalidad de la Ley de Obtenciones Vegetales. En ocasiones estos errores acaban con una carrera, y creo que el señor Sosto ha visto con un solo acto ver finalizar su carrera como Magistrado suplente. Por supuesto Fernando Sánchez sigue sentado en su curul legislativa después de una metida de pata mayor y más brutal, pero claro ese caso es diferente… ¿o no?

Notaron el timing con el cual Alterra, a menos de cincuenta días de perder su concesión en el Aeropuerto resultó “ganadora” de un prestigioso premio internacional. Déjeme contarles un cuento sobre un premio: Hace muchos años, un grupo nacional de músicos ganó un premio internacional a pesar de ser, cuando mucho un grupito de salón. Se supo en su momento que Marfil había estado nominado al premio y nadie se explicaba cómo Marfil (el de los ochentas) podía perder un premio con un grupito del montón. Isidor Asch, propietario de Marfil lo aclaró en una entrevista: para ganar el “premio” había que pagar una suma de dólares. Aclaro no estoy ni siquiera insinuando que Alterra a cincuenta día de perder su concesión por falta de financiamiento haya hecho algo semejante. Pero como siempre digo, llama la atención el timing.

Tuve que oír una vieja grabación de Iron Maiden para recordar que en los ochentas YO NO ERA UN METALERO y que tenía buenas razones para no serlo. Pero este concierto me recordó mucho aquél glorioso concierto de 1988 (veinte años no es nada) de los Human Rights Now!. Igual los grupos religiosos protestantes anunciaron la venida de Satanás en persona a presenciar el concierto. Igual a nadie se le ocurrió poner letrinas en las afueras del estadio. Igual nadie salió herido, ni poseído por el demonio. Igual miles de jóvenes costarricenses y centroamericanos nos hermanamos alrededor de la música. Aquellos que disfrutaron el concierto: Felicidades.Y siempre con los dos conciertos que mencioné: Cuando estaba en la U como estudiante, teníamos claro que La Nación era el enemigo y Julio Rodríguez era una especie de Boca de Sauron (geek alert: busque el tomo tres del Señor de los Anillos). Justo cuando creíamos que don Julio y mi generación estaría enemistados para toda la vida, vino el Human Rights Now! Y Julio escribió una columna llamada El Papa, El Rock y los jóvenes, en la cual se nos retrató como un excelente lector de la realidad de la juventud nacional. Veinte años después don Julio se raja otra vez con su En Vela dedicada a Iron Maiden, y nuevamente me deja pensando, que a pesar de ser el abanderado de los conservadores nacionales, don Julio sigue siendo un extraordinario lector de la realidad nacional. Aquellos que hemos estado en la acera del frente hace veinte años decidimos tomarlo más en serio, no sólo como rival ideológico, sino como persona. Sigue siendo lectura obligatoria su columna, aunque a veces tenga la cualidad de sacarnos de quicio.

Segundo Aniversario

El segundo año no fue tan prolijo como el primero. Es más me tomé un mes y resto de vacaciones. Pero lo cierto es que después de dos años y más de cien artículos me impuse una pausa para decidir si quería seguir escribiendo o no.

Las ideas siguen viniendo a la cabeza pero el tiempo no. A veces son factores externos (como el apagón de ayer en mi barrio lo que obligó a que la columna del segundo aniversario salga un día tarde). A veces es simplemente me agobia la idea de que estoy escribiendo y escribiendo sin realmente tener un motivo más que la autosatisfacción de saber que puedo escribir. ¿Es eso suficiente? Mis artículos no pueden ser considerados como grandes ensayos y no creo que uno sólo de ellos haya provocado grandes cambios en nuestra sociedad. Como podrán ver no ando muy motivado para escribir mis columnas últimamente.

Así, el cuarto ha dejado de ser tan grande y se ha transformado casi en un rincón desordenado, donde de vez en cuando sacaba una idea. Me he tomado la mitad de enero y todo febrero para decidir si el anuncio del segundo aniversario sería además el anuncio de cierre.

Pero me ganó el orgullo. El cuarto es uno de los proyectos más personales que he realizado en mi vida y por alguna razón hay un grupo de lectores que insiste en entrar a leerlo y comentarlo. ¿Tengo aprecio por los lectores?. Seamos francos sólo por aquellos que conozco. El aprecio motiva a escribir tarjetas de cumpleaños, notas de pésame o similares, pero el cuarto es mi conciencia hablando. Es lo que oigo en mi cabeza cuando tengo que decidir que está bien y qué está mal. Es el espejo de mi interior ideológico y el orgullo no me deja cerrarlo. Que la gente vea lo que pienso y que lo comparta o lo deje.

Nunca estaré en capacidad (económica y de tiempo, y principalmente de tiempo) para desarrollar un blog como la página de Amelia Rueda o el propio Cristian en su fusil. La verdad me conformo con cambiar de vez en cuando de plantilla o de colores y con la posibilidad de darles de vez en cuando mis ideas sobre la realidad de nuestro país y nuestro mundo, siempre con mi tono sardónico y sabihondo con el que demuestro que el mundo por lo general, está equivocado y yo no.

El cuarto sigue señores, después de dos años. Y para que vean que es cierto de seguido les dejo mis comentarios cortos del primer bimestre.