Hace veintiún años, el primer domingo de febrero del año 1986 emití mi primer voto en una elección que luego resultó ser histórica. Ese voto lo emití a mis dieciocho años convencido en aquél momento de que la guerra de Centroamérica nos estaba alcanzando y que los Estados Unidos tenían la intención de meternos de cabeza en ella. Mi voto ayudó a escoger al candidato que estaba en contra de aquello y puedo decir, veinte años después que no me arrepiento de aquella primera vez de ejercer mi mayor derecho como ciudadano.
Ese mismo caballero me está pidiendo veinte años después el voto. Ya no para presidente, sino para modificar el modelo de desarrollo de nuestro país. Y para muchos en esta nación, su propuesta ahora es tan maquiavélica como aquella que nos quería imponer Reagan en el 86 con su candidato a la presidencia, y para muchos, y para él, rechazar esta propuesta es un suicidio para nuestra nación tan grande como el que hubiéramos cometido de entran en aquella maldita guerra.
Cuatro elecciones nacionales han pasado y en ninguna de las cuatro he sentido que mi voto sea tan importante como aquel primero. Hasta hoy. El domingo siete de octubre del año dos mil siete voy a emitir mi segundo voto. Porque por segunda vez creo firmemente que nuestro futuro como país está en juego. Como extraña coincidencia histórica, el mismo capitán que ayudé a poner en el barco hace veinte años me está señalando un horizonte. Y esta vez su señal me llenó de demasiadas dudas
A veinte años de aquél primer voto, mi segundo voto se basa sobre todo en aquello que no tenía hace veinte años: Mi experiencia. Al llegar a la madurez lo emito conciente de las consecuencias positivas y negativas de mi decisión. Mi voto proviene de casi dos años de escuchar, procesar, analizar, y sobre todo reflexionar. Nunca antes en mi vida he tomado en cuenta tantas variables de previo a acercarme a la urna. Nunca antes he escuchado tantas bravatas, mentiras, exageraciones, falacias, y maltratos por parte de los interesados en el resultado del proceso. He tenido que rechazar la propaganda por absurda, por servil o por falsa. He aprendido a obtener información por mí mismo, sin filtros ni edulcorantes ideológicos.
Por último, y al contrario de la mayoría de los actores principales, he partido del hecho de que aquellos que piensan de forma contraria al suscrito tienen las mismas posibilidades de tener la razón que yo. Respetando a los demás creo que haber encontrado la verdad. Y señores, esa verdad no es una receta universal, es mi verdad y me aferro a ella. Si a usted, amigo lector le sirve, se la dejo como referencia. Su pensamiento es tan valioso como el mío, al menos hagamos el esfuerzo de respetarlo.
Mi segundo voto, señores, es por el SÍ. Porque llegué al convencimiento de que necesitamos como país de ese cambio. Porque el cambio propuesto, a como está planteado, requiere de un esfuerzo hercúleo del gobierno para llevarlo a cabo. Porque ese cambio implica aceptar las condiciones que nos impone la realidad económica y política del mundo, pero nos deja un margen para controlar sus efectos. A partir del ocho de octubre, el Gobierno sólo tiene cinco meses para lograr su agenda de implementación, la lógica política IMPONE negociar esa agenda, ahí debe darse necesariamente el control. La activa participación ciudadana en el NO impone condiciones políticas que no existían en nuestro país hace años. Con el TLC aprobado, tendremos un cambio en nuestro modelo de desarrollo, pero será un cambio que dependerá en buena medida de nosotros. De triunfar el No, señores, aunque no quieran creerlo, el cambio se va a producir igual, sólo que será más doloroso.
Para este servidor, el TLC es un cambio positivo, con graves riesgos sociales y legales, la mayoría de los cuales sólo será posible determinar cuando comencemos su ejecución, y así paliarlos a tiempo. El NO, implica quedarnos aquí, sin movernos, esperando que por nuestro currículum supuestamente democrático, nos den nuevas oportunidades, y los riesgos son enormes, y nada tienen que ver con los gringos. Nuestro modelo de desarrollo señores está agotado, no porque el modelo fuera bueno o malo, sino por que fue destruido por años de gobiernos corruptos y movimientos sindicales tan corruptos como esos mismos gobiernos. Hasta donde yo sé, las transnacionales farmacéuticas, de comunicaciones y de alimentos no se van a esfumar por que digamos NO. La presión sobre nuestro país va a seguir hasta que adoptemos el modelo y creo que al final terminaremos vendiendo en céntimos lo que nos costó colones forjar.
Siempre recuerdo a José María Figueres diciendo primero a gritos que no habría PAE III y luego con lágrimas aceptando la realidad que le imponía el entorno internacional. Yo que creí en algún momento en ese capitán, me di cuenta en ese momento que hay mareas que no se pueden evitar, pero que uno puede pese a eso mantener el barco a flote y llevarlo a un puerto diferente. Mi segundo voto lo hago con vista en la Globalización, como esa enorme marea de la cual no puedo librarme, pero que estoy dispuesto a navegar en ella. Alguna vez leí (creo que a Hess en el Lobo Estepario) que los marinos tienen una mirada altiva por que día a día dominan el Mar, que es el más impredecible medio de vida y de muerte, no hay marino cobarde. Me siento como Ismael frente al barco de Ajab: A pesar del riesgo, estoy dispuesto a montarme en él, porque quedarse en la playa en este momento no es la opción, no si valoro mi idea de libertad, y la de mis hijos.
¿Y saben que es lo mejor? Que tomo esta decisión consiente de que puedo estar equivocado, y maravillado de saber que la decisión que al final se adopte la haremos una enorme cantidad de costarricenses. Y si gano el domingo mi triunfo vale más por la calidad y cantidad de mis adversarios. Y si pierdo el domingo, mi derrota dignifica el resultado de los vencedores.
Ese mismo caballero me está pidiendo veinte años después el voto. Ya no para presidente, sino para modificar el modelo de desarrollo de nuestro país. Y para muchos en esta nación, su propuesta ahora es tan maquiavélica como aquella que nos quería imponer Reagan en el 86 con su candidato a la presidencia, y para muchos, y para él, rechazar esta propuesta es un suicidio para nuestra nación tan grande como el que hubiéramos cometido de entran en aquella maldita guerra.
Cuatro elecciones nacionales han pasado y en ninguna de las cuatro he sentido que mi voto sea tan importante como aquel primero. Hasta hoy. El domingo siete de octubre del año dos mil siete voy a emitir mi segundo voto. Porque por segunda vez creo firmemente que nuestro futuro como país está en juego. Como extraña coincidencia histórica, el mismo capitán que ayudé a poner en el barco hace veinte años me está señalando un horizonte. Y esta vez su señal me llenó de demasiadas dudas
A veinte años de aquél primer voto, mi segundo voto se basa sobre todo en aquello que no tenía hace veinte años: Mi experiencia. Al llegar a la madurez lo emito conciente de las consecuencias positivas y negativas de mi decisión. Mi voto proviene de casi dos años de escuchar, procesar, analizar, y sobre todo reflexionar. Nunca antes en mi vida he tomado en cuenta tantas variables de previo a acercarme a la urna. Nunca antes he escuchado tantas bravatas, mentiras, exageraciones, falacias, y maltratos por parte de los interesados en el resultado del proceso. He tenido que rechazar la propaganda por absurda, por servil o por falsa. He aprendido a obtener información por mí mismo, sin filtros ni edulcorantes ideológicos.
Por último, y al contrario de la mayoría de los actores principales, he partido del hecho de que aquellos que piensan de forma contraria al suscrito tienen las mismas posibilidades de tener la razón que yo. Respetando a los demás creo que haber encontrado la verdad. Y señores, esa verdad no es una receta universal, es mi verdad y me aferro a ella. Si a usted, amigo lector le sirve, se la dejo como referencia. Su pensamiento es tan valioso como el mío, al menos hagamos el esfuerzo de respetarlo.
Mi segundo voto, señores, es por el SÍ. Porque llegué al convencimiento de que necesitamos como país de ese cambio. Porque el cambio propuesto, a como está planteado, requiere de un esfuerzo hercúleo del gobierno para llevarlo a cabo. Porque ese cambio implica aceptar las condiciones que nos impone la realidad económica y política del mundo, pero nos deja un margen para controlar sus efectos. A partir del ocho de octubre, el Gobierno sólo tiene cinco meses para lograr su agenda de implementación, la lógica política IMPONE negociar esa agenda, ahí debe darse necesariamente el control. La activa participación ciudadana en el NO impone condiciones políticas que no existían en nuestro país hace años. Con el TLC aprobado, tendremos un cambio en nuestro modelo de desarrollo, pero será un cambio que dependerá en buena medida de nosotros. De triunfar el No, señores, aunque no quieran creerlo, el cambio se va a producir igual, sólo que será más doloroso.
Para este servidor, el TLC es un cambio positivo, con graves riesgos sociales y legales, la mayoría de los cuales sólo será posible determinar cuando comencemos su ejecución, y así paliarlos a tiempo. El NO, implica quedarnos aquí, sin movernos, esperando que por nuestro currículum supuestamente democrático, nos den nuevas oportunidades, y los riesgos son enormes, y nada tienen que ver con los gringos. Nuestro modelo de desarrollo señores está agotado, no porque el modelo fuera bueno o malo, sino por que fue destruido por años de gobiernos corruptos y movimientos sindicales tan corruptos como esos mismos gobiernos. Hasta donde yo sé, las transnacionales farmacéuticas, de comunicaciones y de alimentos no se van a esfumar por que digamos NO. La presión sobre nuestro país va a seguir hasta que adoptemos el modelo y creo que al final terminaremos vendiendo en céntimos lo que nos costó colones forjar.
Siempre recuerdo a José María Figueres diciendo primero a gritos que no habría PAE III y luego con lágrimas aceptando la realidad que le imponía el entorno internacional. Yo que creí en algún momento en ese capitán, me di cuenta en ese momento que hay mareas que no se pueden evitar, pero que uno puede pese a eso mantener el barco a flote y llevarlo a un puerto diferente. Mi segundo voto lo hago con vista en la Globalización, como esa enorme marea de la cual no puedo librarme, pero que estoy dispuesto a navegar en ella. Alguna vez leí (creo que a Hess en el Lobo Estepario) que los marinos tienen una mirada altiva por que día a día dominan el Mar, que es el más impredecible medio de vida y de muerte, no hay marino cobarde. Me siento como Ismael frente al barco de Ajab: A pesar del riesgo, estoy dispuesto a montarme en él, porque quedarse en la playa en este momento no es la opción, no si valoro mi idea de libertad, y la de mis hijos.
¿Y saben que es lo mejor? Que tomo esta decisión consiente de que puedo estar equivocado, y maravillado de saber que la decisión que al final se adopte la haremos una enorme cantidad de costarricenses. Y si gano el domingo mi triunfo vale más por la calidad y cantidad de mis adversarios. Y si pierdo el domingo, mi derrota dignifica el resultado de los vencedores.
Señor Presidente, nuevamente cuenta con mi voto, llevemos este barco a puerto.
6 comentarios:
Todo iba bien hasta el quinto párrafo (no, varas) :P
Es muy difícil llegar a tomar una decisión de tanta importancia cuando un asunto que tiene infinidad de tonos grises como el TLC tiene que verse reducido, por fuerza y practicidad, a un grosero binomio blanco/negro. Pero así es como nos está tocando enfrentarlo, y ya no hay marcha atrás.
El cambio es inevitable. Costa Rica por muchos años pretendió que podía seguir a su propio ritmo ignorando el del resto del mundo y ahora, de la forma más brutal, venimos a darnos cuenta que no es así. Ya sea que seamos gente SI o NO, el cambio es ineludible. La diferencia está en cómo es que queremos cambiar.
Andamos parecido en edad, yo un poquito más viejo. Curiosamente mucho del sentimiento que tiene usted de ir hacia el riesgo de lo desconocido, lo tengo yo con mi decisión que es No, decisión que tomo plenamente consciente de los peligros que implica. Solo que yo no creo que el No sea inmobilista o equivalga a quedarse en la playa, lo que creo es que nos ayudará a buscar e inventar nuevas formas de organizarnos y de ir hacia adelante, pero por otros rumbos... el Sí también las propulsa, pero en un sentido y bajo unos supuestos que no considero convenientes... esa es mi verdad.
Pero gane el SI o el NO, yo tengo confianza en que sabremos resolver los retos que implican. Solo que si gana el Si, no solo creo que será igual de doloroso hacer los cambios, sino que será también más difícil que podamos mantener un razonable control sobre nuestro país. Pero eso es solo una creencia... nunca lo sabremos con certeza ni usted ni yo, porque el camino a tomar es uno y jamás podremos comparar los resultados reales de una u otra vía.
"Mi voto proviene de casi dos años de escuchar, procesar, analizar, y sobre todo reflexionar. Nunca antes en mi vida he tomado en cuenta tantas variables de previo a acercarme a la urna"
Probablemente (para no decir, seguramente) yo me quedé algo corto en este sentido, quizá esta vez si me falto la seriedad del acontecimiento, (como quien se perdió el Eclipse de los noventas) pero voy convencido de mi decisión
Se agredecen este tipo de reflexiones. Acabo de postear algo similar y entre otras cosas concuerdo enteramente en esto que usted dice: "Que tomo esta decisión consiente de que puedo estar equivocado". Exacto. Creo que hay que tomarla, cada uno, por el sí o por el no, con esa consciencia o lucidez, con esa responsabilidad, sin triunfalismos ni certezas, y, cualquiera sea el resultado, con respeto y prudencia y creatividad...
Respetando su opinión creo que esta puede ser parcializada deacuerdo a su relación laboral (ULACIT). Esta demás decir que aunque UD considere que ciertos cambios son inevitables, le recuerdo que las transiciones a estos pueden ser de varias maneras, no necesariamente una imposición mediática y una desvalorización de la idiosincrasia de un país. Para no alargar un simple “COMMENT”, UD tiene una marcada posición ideológica la cual hace ver constantemente incluso en sus clases. Asi pues respeto pero no comparto su opinión. EL PROGRESO DEBE SER JUSTO.
Eduardo, este comentario lo hago sabiendo ya el triunfo del si, y sabés muy bien mi postura ideológica, de la cual me siento orgulloso, aunque los medios digan que tal cosa ya no existe, pero voy a decir esto, el TLC que es (o debería ser)un simple convenio comercial se ha convertido en un proyecto político de vida para el país (casi como una sub-Constitución Política) y lo peor es que nos ha sido impuesta, y que rompe completamente con el modelo "diferente" que hemos propulsado y que nos ha hecho diferentes al resto de los paises del mundo, y que en muchos campos ha demostrado ser exitoso, no por lo que predican los productores y exportadores, que dicen que han producido los recursos para que el país haya avanzado, porque si por ellos fuera no existirían las garantías sociales, no, hoy somos diferentes y exitosos en muchos campos precisamente porque existen tales garantías (que no existen en la mayoría del mundo) y porque los monopolios a favor del estado nos habían ofrecido, hasta ahora el contenido económico para realizar la diferencia, esto es lo que estamos arriesgando tan peligrosamente, ¿y todo porque?, pues aceptando que tus razones fueran plausibles (con todo respeto no lo creo así)la mayoria de las personas que he escuchado manifiestan razones para apoyar al si mucho más egoístas, por unos dolares más o por tener una posibilidad de escoger un servicio, como diría Fito Paez, "en tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos, habrá que declararse incompetente en todas las materias del mercado, habrá que declararse un inocente o habrá que ser abyecto y desalmado..." "...tendré que hacer lo que es y no debido, tendré que hacer el bien y hacer el daño..." entonces Vallito, egoísmo o solidaridad, esa es la cuestión, yo me entrego sin duda a la segunda
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