martes, diciembre 12, 2006

Escuchar al Parlamento


Por lo general, tres o cuatro días a la semana estoy en mi carro a las tres de la tarde para un viaje de unos veinte o treinta minutos (dependiendo de las presas). Desde hace unos meses decidí que durante ese período me acompañaría Radio Nacional (101.5 FM) con el fin de escuchar la primera parte de la sesión parlamentaria de nuestra Asamblea Legislativa.

¿Masoquismo? No. Me jacto de ser profesor de Teoría del Estado, que el la parte de la ciencia política que se mete con el Derecho, y por lo general en ese curso trato de inculcarle a mis alumnos el interés por la realidad política de nuestro país. Por aquello de practicar con el ejemplo decidí ponerme al día con el Parlamento, aunque fuera el inicio de la sesión, que en mi criterio es la parte más interesante por cuanto se procede a ejercer por parte de los Diputado la agenda del denominado control político.

Los resultados son variados. Por un lado en ocasiones uno llega a escuchar en los discursos de los diputados una excelencia académica y política que sorprende. Por ejemplo a finales del año pasado cuando la Sala Constitucional emitió su dictamen sobre el Tratado de Libre Comercio con el CARICOM, donde le quitó al Parlamento la capacidad de introducir cláusulas interpretativas, la disertación que hizo don José Miguel Corrales sobre el control de constitucionalidad y las funciones del Parlamento y de la Corte eran dignas de ser presentadas en cualquier cátedra de Derecho Constitucional.

Además la etapa de control político trae a la palestra denuncias en contra del Gobierno (algunas que son realmente graves y que por arte de magia nunca aparecen en los medios de comunicación) y en cuanto a lo negativo una serie de discursos de carácter político la mayoría de los cuales pueden olvidarse rápidamente.

En la presente legislatura me ha llamado la atención el manejo del plenario que hace don Francisco Antonio Pacheco, el debate es fluido, el control de tiempo estricto y los recesos son razonables. Por lo general cuando los diputados de oposición le reclaman su actuación como Presidente del Directorio don Francisco toma dos vías: O los ignora olímpicamente o les hace un comentario que en el acta se verá escrito muy bien (“muchas gracias por su recomendación señor Diputado”) pero cuyo tono, me recuerda la época en que este abogado fue estudiante del Dr. Pacheco y que es idéntico al tono usado por él cuando algún estudiante le decía alguna barrabasada.

Lo que siempre me ha llamado la atención es que TODOS los diputados cuando llegan al parlamento cambian su forma de hablar (creo que con la excepción del los ex diputados Corrales Bolaños y Mario Carazo), usted los conoce en la universidad, en entrevistas en Televisión, etc. Ellos hablan normalmente como usted o como yo. Tal vez incluso con un mejor manejo de ciertos temas. Pero puestos frente al micrófono de su curul adoptan lo que he dado en llamar El Tono del Discurso Parlamentario.

Usted los ha oído. El Tono es mitad hablar a gritos y mitad demagogia. Implica una especie de cantadito cansino que siempre lleva la muletilla de “Compañeros y compañeras diputados”. Esto es particularmente insoportable cuando el discurso es carente de contenido y se está ejerciendo el derecho de los diputados de hablar por cuarenta minutos cuando lo que se desea es atrasar la votación de un proyecto. La semana pasada me toco escuchar al Diputado Alberto Salom, por lo general una persona de un verbo muy correcto, transformado en un gritón de plaza pública en su discurso de defensa de la decisión de su partido (PAC) en darle el apoyo a Dallanese para la Magistratura de la Sala III. En ese caso, el contenido del discurso quedó aniquilado bajo los gritos desaforados del diputado, que al igual que todos sus colegas, parece confundir el hablar duro con el hablar bien. El Tono de hecho no sirve para nada, por cuanto es conocido que la mayoría de los diputados no presta atención a los discursos del Parlamento, y en la radio se oye peor aún.

A nivel anecdótico valga decir, el discurso del diputado Salom cayó en el vacío, por cuanto don Francisco Antonio lo cortó en seco al terminar la fase de control político (que termina a las 4:00 p.m. en punto) y pasó de inmediato a la discusión de proyectos. Estoy casi seguro que al día siguiente don Alberto retomó el discurso en el punto en que fue interrumpido y en el mismo tono, el tono del discurso parlamentario.

3 comentarios:

Homo surfus dijo...

Es cierto cómo adoptan poses demagógicas nuestros diputadillos, y hablando de hablados extraños, qué me dice de Merino?

Solentiname dijo...

me reí a carcajadas imaginandome el tono de Pachequito. Yo también pasé por sus clases de Teoría del Estado. De los sarcásticos más finos de esa fauna.

Ericjms dijo...

Buenísimo don Francisco Antonio con ese tono. Se lo he escuchado pero en otros ambientes. Acertadísima descripción. Le tengo envidia soberana a su capacidad sarcástica.

Por otra parte, creo que el tono de Merino o el del ciego han de ser insuperables.

¿Y no te acordás que Salom en sus tiempos mozos era rojo, rojitico?