Diciembre es un buen mes para leer. Por lo general uno puede sacar tiempo en las noches para ponerse al día con las lecturas y trasnochar un poco por cuanto no existe la obligación de madrugar mucho al día siguiente (además leer de noche en diciembre también ayuda a evitar ver Televisión Nacional en el fin de año). Para este mes tengo un par de recomendaciones de la biblioteca del Cuarto: Canción de Navidad. Charles Dickens
A Christmas Carol se traduce literalmente como un villancico, pero la tradición navideña hispano parlante la ha transformado en Canción de Navidad, Cuento de Navidad y nombres similares. Lo importante es que para este servidor, una navidad sin el Señor Scrooge pierde su sabor. Lamentablemente, este cuento de Dickens creo que tiene unas setenta y tres versiones cinematográficas (algunas memorables, otras olvidables y hasta con los Muppets o Rico Mac Pato como protagonistas), lo que ha hecho que la trama sea demasiado conocida como para despertar el interés por el cuento escrito.
Sin embargo, uno no debe olvidar que Dickens es uno de los mejores escritores de habla inglesa, y que en este pequeño cuento desarrolla todas sus habilidades, principalmente en los diálogos entre los personajes (las películas nunca han sacado provecho del verbo de Scrooge, por cuanto han privilegiado la imagen sobre la palabra, como siempre ocurre en el cine). Además, no deja de ser retador dejar que la imaginación nos lleve por el camino del viejo Evenezer hacia la redención, especialmente por cuanto el detalle de la narración nos conduce hacia los sentimientos de Scrooge, y sentimos su avaricia, su trizteza, su nostalgia y su enorme temor por la muerte.
Este cuento está siempre a disposición en las librerías y en casi todas las bibliotecas virtuales en Internet, por lo que no pierda tiempo, hay un viejo avaro y cuatro fantasmas esperándolo en una callejuela de Londres en esta nochebuena.
Shogun. James Clavell
A veces la televisión hace cosas buenas. A principio de los ochenta en canal 6 dieron una miniserie protagonizada por Richard Chamberlain acerca de un pirata holandés que naufraga en las costas del Japón durante la época preliminar a una guerra civil. La miniserie era notable por lo que al saber que estaba basada en un libro, mi familia decidió encontrar la novela.
Clavell es un autor británico cuyas mejores obras (Shogun, Tai Pan, La Casa Noble) se desarrollan en el pacífico asiático. Ubicada en el Japón feudalista de 1600, Shogun es una novela que narra las aventuras del Capitán Blackthorne, pirata políglota holandés al servicio de su majestad la Reina de Inglaterra, con patente de corzo para saquear cualquier buque español o portugués que se encuentre en la Mar (aquí vale hacer una explicación, para los españoles y portugueses, Blackstone es un pirata, para los ingleses es un comerciante).
Siguiendo la ruta de comercio de los españoles a oriente por el estrecho de Magallanes, Blackthorne naufraga en Japón, en una pequeña villa que pertenece a los dominios del Gran señor Toragana. Ahí, por diversas circunstancias, será parte de los juegos políticos de los daínos (señores Feudales) japoneses que se preparan para un conflicto armado entre Toragana e Ishido, el otro gran señor feudal que por el momento comparten el poder ante el vacío dejado por la muerte del Taiko, quien fuera el hombre que trajo la paz a Japón.
Blackthone será obligado a transformar su cultura europea por la japonesa, recibirá un nombre japonés (Anjin-san, que significa piloto) y por su valentía en salvar la vida de Toragana le conferirán el grado de Hatamoto y pasará a formar parte de la elite de los guerreros Samurai. En el ínterin, se enamorará de la mujer equivocada, se enfrentará a enemigos poderosos (incluyendo por supuesto a los malos de la película para cualquier inglés: La Iglesia) y transformándose poco a poco en un japonés más, dejando de lado su ser europeo.
Excelente libro basado en no pocos hechos históricos reales y que nos presenta de frente el dilema del conquistador que se topa una cultura que no sólo no puede ser conquistada, sino que además es capaz de sacar a cualquier colonizador a patadas de su territorio. Además presenta muchos elementos de la cultura japonesa y las tradiciones milenarias del Samurai. Uno se queda con la sensación en todo el libro de que los occidentales son unos salvajes, incapaces de entender una cultura que les gana en historia por más de cinco mil años.
Recomendación Final: Alberto Cañas.
Este servidor espera poder regalarse esta navidad “80 años no es nada”, las memorias de don Alberto Cañas. Siempre he sido un gran admirador de su teatro (no creo que nadie logre escribir en nuestro país algo tan bueno en teatro como En agosto hizo dos años), de su columna Chisporroteos y me parece que Los Molinos de Dios es una de las novelas mejor escritas de nuestra historia. Pero así como esperaba ansioso las memorias del trotamundos novelista y ajedrecista Joaquín Gutiérrez (que lamentablemente quedaron inconclusas), las memorias de don Alberto tienen que ser un documento muy valioso sobre la visión de Costa Rica en las palabras de un costarricense enamorado de la patria, crítico incansable y político activísimo, que además fue un respetable Abogado Penalista (Para los que no lo saben él es el “Cañas” de Facio-Cañas, ese bufete baluarte del Neoliberalismo Posmoderno) hasta que se retiró prematuramente para entregarse de cabeza a su pasiones predilectas: el periodismo, la escritura y la política. Su forma franca y directa de pensamiento, que le permite decir las cosas sin pelos en la lengua y su filosofía de rechazar la estupidez en todas sus presentaciones lo hacen un autor valioso para cualquier biblioteca.
Recomiendo su novela, su teatro y sus cuentos. Y recomiendo su columna periodística, la cual lamentablemente sale en la República, que ha degenerado en una Revista de Negocios, por lo que pueden leerlo en el sitio de Tribuna Democrática.