miércoles, enero 31, 2007

El tiempo, el implacable…


De un momento a otro me golpeó la idea. Mis amigos de la época de estudiante de la Universidad y yo tenemos 20 años de conocernos. A algunos de mis colegas de la U tengo quince años de no verlos. Mi generación del Liceo de Costa Rica cumple 23 años de egresados este año. Todavía de vez en cuando veo a algún compañero de escuela con el cual me unen recuerdos del año en que los Sandinistas derrocaron a Somoza. Y para finalizar mi colega Fernando Salazar y yo somos amigos casi desde nuestro nacimiento, es decir somos compinches desde hace más de treinta y cinco años.

Alguna vez leí (creo que un libro de Hawkings explicando a Einstein) que efectivamente los años al pasar se hacen efectivamente más cortos de lo que eran cuando comenzamos a vivir. Tomemos como ejemplo a mi hijo menor que acaba de cumplir un año, en su perspectiva deberá haber esperado a que pasara toda su vida completa antes de que cumpliera dos años. A mi hija se le hace eterna la llegada su cuarto cumpleaños, al fin y al cabo ha esperado el equivalente a la tercera parte de su vida a que llegue la ansiada fecha. Pero para este cura, llegar a mi próximo onomástico sólo me tomará 1/39 de mi vida, por lo que de nada tiene que extrañarme que cada vez que cierro los ojos al volverlos a abrir se ha pasado un mes.

Y por eso me parece increíble que Fernando y yo podamos hacer memorias de más de treinta años para atrás. O que al sentarme con mis compañeros de la U sienta que en realidad fue casi ayer que estábamos en la Facultad.

Siento, como la mayoría de la humanidad, que el tiempo se me está resbalando de las manos como arena y que en ese lapso me estoy perdiendo de cosas maravillosas porque pasan muy rápido. Al fin y al cabo este día para mi representa apenas 1/14264 de mi vida y el de mañana será apenas 1/14265. Y la última hora representó apenas 1/342336 de mi vida y el minuto que les está tomando leer este artículo fue apenas 1/20540160 de mi existencia. Y cada segundo no sólo me hago más viejo sino que lo hago más rápido. Ni el peso argentino se devaluaba tan rápido.
***
Lo siento por los físicos que leen el cuarto, pero hoy no me están cayendo muy bien

5 comentarios:

Matriuzka dijo...

Total y absolutamente identificada.

¿Quién le dio permiso a Enero de terminar?

Y eso de hacerce cada vez más viejo y cada vez más rápido me dejó pensando =(

¡Saludos!

Madrigoloide dijo...

¡Que agüevado!
Pero tiene toda la razón, eso me explica porque antes mis cumpleaños infantiles duraban una eternidad para que llegaran. Y ahora ya se fue enero y aun tengo resaca de la fiesta de fin de año.
Definitivamente:
La noción del tiempo es inversamente proporcional al tiempo vivido. O algo así.

Solentiname dijo...

Y si lo ves alrevés? por ejemplo con la paternidad: para cuando nació tu hija, vos habías esperado toda tu vida para ser padre y eso pasará también cuando nazca tu primer nieto.

Elías Torres dijo...

y lo peor es que cada minuto que pasa los recuerdos de van diluyendo y es hasta cuando algo particular (como reunimos con alguien que conocemos hace mucho) que recordamos cosas que hasta nos sorprenden que hayan sucedido.

Eugenio García dijo...

Qué interesante, nunca había visto el problema del paso acelerado del tiempo de ese modo.